El que contamina no paga
Se cumplen veinte años del desastre de la mina de Aznalcóllar sin que la empresa causante haya abonado un euro
Veinte años después de la catástrofe ecológica de Aznalcóllar, la más grave sufrida por el medio ambiente español, la zona afectada disfruta de una recuperación “modélica”, que es estudiada en diversas universidades de todo el mundo por la eficacia de la regeneración llevada a cabo en lo que hoy es el Corredor Verde del Guadiamar. Esta magnífica realidad, que ha sido posible gracias al trabajo y el esfuerzo de centenares de expertos en todas las materias, tiene su cara amarga: la empresa sueca Boliden aún no ha pagado un solo euro por el desastre medioambiental.
La rotura de la balsa de la mina Los Frailes, acaecida en la madrugada del 25 de abril de 1998, inundó 4.634 hectáreas de zinc, plomo, azufre y otros materiales pesados que se volcaron directamente sobre el río Agrio, que a su vez desemboca en el Guadiamar.
La rapidez en la respuesta inicial evitó que esa corriente de muerte llegara al Guadalquivir y, finalmente, a Doñana, pero a lo largo de 62 kilómetros de río, más de seis millones de metros cúbicos de lodos y aguas contaminadas acabaron con todo rastro de vida. En el año 2002 la Junta de Andalucía y el Gobierno de la nación iniciaron los trámites para que la multinacional Boliden pagara parte de esos gastos de restauración de la zona dañada. La Junta reclama a los suecos 89,9 millones de euros y el Gobierno, la sanción de 43,7 millones que impuso a Boliden.
La empresa se niega a pagar y el contencioso permanece en los tribunales. Boliden está tan segura de su posición de fuerza que en los preceptivos informes anuales de resultados reitera una y otra vez que “la empresa no sufrirá ninguna pérdida financiera sustancial como resultado de esos procesos judiciales”.
Con una táctica bien conocida en otras partes del mundo que han sufrido similares desastres ecológicos, Boliden se esfumó de España en el año 2001, dejó en la calle a sus 400 trabajadores, cogió sus bártulos, cerró su filial y corrió a refugiarse en Suecia.
Veinte años después, la Junta ha autorizado a un grupo mexicano la reapertura de la mina de Aznalcóllar en un proceso de adjudicación
La zona está recuperada, pero
“la reapertura de la mina es una espada de Damocles”, alerta WWF
plagado de denuncias y supuestas irregularidades. Para la localidad de Aznalcóllar, unos 6.000 habitantes de los que el 28% se encuentran en paro, la reanudación de la actividad minera resulta esencial para el futuro de la zona. La empresa que ganó la adjudicación asegura que se prevé una inversión de 316 millones de euros que facilitarán la creación de 450 empleos directos, 780 indirectos y 825 inducidos. La nueva fase de explotación de la mina se extenderá durante al menos 17 años.
La Junta señala que cuando se reanude la actividad las cosas serán muy diferentes a cuando Boliden se hizo cargo de Los Frailes. Los criterios y medidas de seguridad son más estrictos y la empresa adjudicataria está obligada a depositar una fianza millonaria para evitar que, en caso de accidente, vuelva a repetirse lo sucedido con Boliden.
Unas garantías que no tranquilizan en absoluto a los representantes de las organizaciones ecologistas, quienes consideran que la reapertura de la actividad minera “podría dar origen a un nuevo desastre ecológico. Doñana vuelve a tener una espada de Damocles sobre su cabeza. No lo podemos aceptar”, asegura Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF en España.