De paseo con el vecino judío
Una nueva presentación en 3D permite imaginar cómo era el barrio del Call de Barcelona y su vida cotidiana durante el siglo XIV
Las calles son las mismas, aunque han cambiado mucho en siete siglos. Antes, aquí moraban los judíos de la ciudad de Barcelona. Hoy en día es una parte del Gòtic muy concurrida por los turistas. Una presentación en 3D permite ahora recrear cómo era el Call en el siglo XIV, muchos de cuyos enclaves siguen todavía en la geografía urbana.
Esta película puede verse en el centro Call Barcelona, en la calle Sant Honorat, 9, muy cerca de la Generalitat. Abierto en marzo del 2010, está gestionado por Jabad Lubavitch, una de las cuatro comunidades judías existentes en la ciudad y la más ortodoxa en cuanto a la interpretación de la ley judía. Allí también se dan clases de hebreo y de Torá, y se venden vinos kosher y objetos relacionados con la religión y la liturgia mosaica. A lo largo de 22 minutos, el filme describe cómo era el Call en el siglo XIV. De la mano de un personaje ficticio, un judío vecino medieval del barrio, se recorren las calles tal como eran entonces y se llega a edificios emblemáticos, como la sinagoga principal, que estaba ubicada en la calle Ferràn. Se pueden situar los pozos de agua o ver cómo eran las puertas que cerraban el recinto, o prácticamente caminar por la calle principal del barrio, que es la actual Sant Domènec del Call.
Asimismo, una reconstrucción del pasado muestra cómo eran determinadas casas. A la imagen virtual le sucede una del momento presente. Sucede, por ejemplo, con la casa del sabio Salomón Ben Adret, talmudista y jurista que fue rabino de Barcelona y que sirvió a tres reyes de la Corona de Aragón. Él fue uno de los protagonistas del famoso debate entre las religiones católica y judía que mantuvo con el dominico fray Raimundo Martí y que se des- arrolló, entre otros escenarios, en la plaza del Rei, que también es objeto de una recreación.
Las principales fuentes para desarrollar el 3D han sido el libro de Manuel Forcano Els jueus catalans y los estudios topográficos del barrio llevados a cabo por el Ayuntamiento. El visio- nado es gratis para colegios y fines educativos y los turistas pueden verlo pagando cinco euros. El centro está abierto de lunes a jueves, de 10 a 22 horas, y el domingo, de 11 a 14 horas.
Daniel Santillo, del centro Call Barcelona, cuenta que la iniciativa surgió de la inquietud por explicar cómo vivían los judíos en la ciudad medieval y hacerlo en el lugar donde discurría su cotidianidad, pero con la diferencia de que “nosotros no somos piedra, como es Roma. estamos vivos”. A su entender, el Call no se ha acabado de integrar en la urbe, aunque hay iniciativas en este sentido, y particularmente por parte de la comunidad judía, que quieren recuperar su legado. No es casualidad que en la calle Sant Domènech haya abierto recientemente un centro de estudios y cultura judía en la casa Bonestruc, el edificio de Barcelona que está acreditado que lleva habitado ininterrumpidamente más tiempo.
Santillo relata que cuando llegó a Barcelona se dio cuenta de que “había fantasmas y miedo respecto al judaísmo”. “Era necesario abrirse –explica–, el judaísmo no es proselitista, es la religión de un pueblo, pero las comunidades eran muy cerradas. El Centro ha sido bastante productivo. El catalán ha encontrado en el judaísmo parte de sus raíces. Aquí, a diferencia de otros lugares de Europa, no hay antisemitismo”.
Aunque las estadísticas no son tan fiables como en la actualidad, se calcula que los judíos eran el 10% de la población de Barcelona en el siglo XIV: unos 4.000. Entre ellos se contaban numerosos eruditos, médicos y comerciantes, y se trataba de una comunidad en la que saber leer y escribir era lo común, algo inusual en la época.
Pero esta historia tiene un punto de ruptura. En 1391, Barcelona fue escenario de un salvaje pogromo. Cientos de judíos fueron asesinados, otros fueron obligados a convertirse y el resto, a marcharse y abandonar su hogar. La comunidad quedó finiquitada. Siete siglos después, los judíos quieren volver a mostrar su impronta en el Call de Barcelona.
Cuando se produjo el pogromo de 1391, un diez por ciento de los habitantes de la ciudad eran judíos