Huir del máximo beneficio
Debate sobre la ética cristiana de las finanzas
El sistema financiero y la justicia son dos términos que pueden ser compatibles o contradictorios y bajo este prisma se analizó en el seminario Ética y praxis financiera, organizado esta semana por la Fundació Joan Maragall, Cristianisme i Justícia y Justícia i Pau. Compartieron mesa Carmen Ansotegui, profesora de Economía y Finanzas de Esade, Àngel Pes, subdirector general de CaixaBank; Jordi Ibáñez, director de la Fundación Fiare; y Dolors Oller, profesora de Moral Social en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona, moderados por Josep Miralles, jesuita, profesor de Sociología y miembro del Centre d’Estudis Cristianisme i Justícia.
La Iglesia también tiene cosas que decir al sistema financiero, de acuerdo con el pensamiento social cristiano. “Las finanzas tienen que estar orientadas al bien común y a la justicia social”, dice el magisterio. Y la profesora Dolors Oller presentó la Doctrina Social de la Iglesia como “patrimonio cultural de la humanidad”. “La fe cristiana da lugar a un estilo de vida, el de Jesús de Nazaret, que tiene una proyección pública y social,” dijo. En caso de duda, la Doctrina Social de la Iglesia pide hacer “opción preferencial por los pobres”. Oller ha recordado la necesidad de una “autoridad mundial”, tal como ya ha pedido el magisterio de la Iglesia. Una autoridad que regule “los bienes públicos”, como puede ser el agua. Y que consiga “otra humanidad y una casa común para todos”.
La profesora Ansotegui describió los mecanismos que durante la crisis llevaron al “diseño de productos sofisticados”, como la venta de hipotecas y acciones preferentes. El incentivo de aprovecharse del cliente es automatarse”, en el sentido que también asumían un riesgo. “Obtener beneficio a corto plazo te puede llevar a situaciones que no son éticas y puede comprometer la supervivencia de la misma institución”, aseguró.
Según Jordi Ibáñez, responsable de la cooperativa Fiare. Banca Ética, es el momento de “pasar a un nuevo orden” con una “economía basada en valores”, huyendo del “máximo beneficio” y situando “la transformación social” como horizonte de las entidades financieras. Pero recordó que “la viabilidad económica de la banca solidaria es una condición necesaria”. Ibáñez defendió “el efecto multiplicativo en el bienestar común” de este modelo alternativo, aunque “el impacto todavía es limitado, porque sólo llevamos 10 o 15 años de actividad”. También señaló “la capacidad de incidir en la banca tradicional con respecto a la mejora de su praxis”.
El subdirector de CaixaBank, Àngel Pes, reconoció que su entidad aparece dentro de los “sospechosos habituales”. En cambio, las cifras demuestran que “el compromiso de CaixaBank es promover la inclusión financera”. Como ejemplo explicó el “plan de ayudas por insolvencias” que inició La Caixa en el 2009, al inicio de la crisis. La entidad aceptó la dación en pago de 20.000 pisos, promovió programas de alquiler social y en el 2017, suspendió 746 desahucios. “Queríamos evitar que el problema social derivado del problema financiero se convirtiera en una avalancha de protestas o un perjuicio en la imagen del banco, contradictorio con lo que había sido nuestra historia como caja de ahorros”, resumió.
En caso de duda, la Doctrina Social de la Iglesia pide hacer “opción preferencial por los pobres”