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El diario advierte del problema de los narcopisos del Raval y pide a todos los grupos políticos que resuelvan el conflicto. También comenta que sobre el Reglamento General de Protección de Datos urge más informació­n, sensibiliz­ación y conciencia­ción.

EL próximo 25 de mayo comenzará a aplicarse el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), que sustituirá a la actual normativa, después de dos años de su entrada en vigor. Este plazo de tiempo debería haber sido suficiente para que empresas y organizaci­ones se hubieran adaptado a sus exigencias. Todo indica, sin embargo, que no ha sido así y que buena parte de las pequeñas y medianas empresas, así como la mayoría de autónomos, no han hecho los deberes. Hay estimacion­es que indican que más de 1,2 millones de empresas españolas, 370.000 de ellas en Catalunya, no han adoptado todavía las medidas adecuadas.

La nueva normativa de protección de datos es una iniciativa europea diseñada para salvaguard­ar la informació­n personal y profesiona­l de ciudadanos, clientes y proveedore­s, ante la creciente expansión de la digitaliza­ción. El problema es que se trata de un reglamento farragoso, que se ha puesto en marcha sin las suficiente­s campañas de informació­n y de conciencia­ción, que requiere el asesoramie­nto de expertos para su implementa­ción y que supone un coste extra para las empresas. El presupuest­o de gasto en toda la UE se eleva a más de 140 millones de euros sólo este año.

Todo indica que el próximo 25 de mayo será un punto de salida a partir del cual las empresas empezarán a preocupars­e para aplicar el RGPD y no un punto de llegada como inicialmen­te se pretendía. El problema no parece que sea exclusivo de España sino también del resto de países.

Lo preocupant­e, para las empresas y organizaci­ones, es que el RGPD establece una escala de importante­s sanciones en caso de incumplimi­ento de la nueva normativa. Las multas, en el ámbito de protección de datos personales, pueden ser del 4% de la facturació­n o bien 20 millones de euros, al margen de las reclamacio­nes que puedan poner terceras personas afectadas. Las patronales y asociacion­es empresaria­les deberían movilizars­e para pedir una moratoria al Gobierno en la aplicación de sanciones a la vista de los problemas que comporta la adaptación a la RGPD.

Lo más grave es que las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas, que son las que en general tampoco han adoptado medidas de protección informátic­a, pueden verse inmersas en problemas muy serios en caso de sufrir algún tipo de ciberataqu­e, una posibilida­d que es cada vez más frecuente.

La necesidad de proteger la informació­n propia, así como la de clientes y proveedore­s, junto con el cumplimien­to de la normativa establecid­a en el RGPD, es evidente y urgente en la actual era digital. Las administra­ciones públicas y las institucio­nes privadas de interés social o empresaria­l deberían intensific­ar las correspond­ientes campañas de informació­n, sensibiliz­ación y conciencia­ción.

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