La Vanguardia

ETA y el modelo catalán

- Fernando Ónega

La banda terrorista ETA escribió muy bien su obituario. Con técnicas de asesoría de comunicaci­ón supo crear expectativ­a sobre su final, mantuvo la atención durante días, atrajo el interés de la opinión publicada, movilizó la jerga discursiva de todos los partidos políticos y terminó con una ceremonia que consiguió que la fecha de ayer sea calificada como histórica. Éxito notable para una operación de propaganda. Éxito sorprenden­te, si se recuerda que estamos hablando de una banda que causó muchísimo dolor a este país con el terrible balance de 853 asesinatos a lo largo de medio siglo. Y éxito brillante si se piensa que realmente ETA no se extingue en este momento. Se extinguió el 20 de octubre del 2011, cuando comunicó el final de sus acciones armadas. Desde entonces no existían esas “estructura­s” que ahora dicen disolver.

Los términos de los comunicado­s finales identifica­n los objetivos buscados por la organizaci­ón. Trata de presentar su desaparici­ón como un acto voluntario, incluso generoso, y no como un fruto de su incapacida­d para seguir. Trata de justificar su existencia y blanquear su ejecutoria como un servicio a la patria y al pueblo vasco. Trata de fabricar su rostro amable con su respeto a las víctimas y el perdón, pero sólo a las que mató de forma involuntar­ia. Trata incluso de atribuirse los avances conseguido­s en el autogobier­no de Euskadi, como si el Estatuto de Gernika hubiera sido obra suya. Es lo que dijo el lehendakar­i Iñigo Urkullu: “Tiene pavor a que se piense que no valió para nada”. Estamos, por tanto, ante el primer capítulo de la escritura del relato ;de su relato, para convencer a la sociedad de la necesidad de su existencia.

De cara al futuro, hay dos claves que fueron leídas por Josu Ternera. La primera, “materializ­ar el derecho a decidir”. Ahí está la inspiració­n de Catalunya, incluso en el léxico. Si el tinglado Bildu-ETA consigue la mayoría en el Parlamento vasco o en el navarro, o en ambos, no tengamos dudas: se seguirá el modelo del procés catalán. Los dos independen­tismos siempre se han vigilado y se han inspirado mutuamente. Cuando ambos eran únicamente nacionalis­tas, se vigilaban Convergènc­ia y el PNV. Ahora que los catalanes se pasaron al independen­tismo, el imitador no es el PNV, sino los radicales. Pero lo importante es que los demócratas de ETA aterrizan en política colgados de la bandera del derecho a decidir.

La segunda clave es lograr que “el proceso a favor de la libertad y la paz continúe por otro camino”. Olvidemos las palabras libertad y paz, porque estaban también en los comunicado­s de autoría de atentados y quedémonos con el “otro camino”. Eso es buscar en las institucio­nes, como vienen haciendo desde que existe EH Bildu, lo que no consiguier­on con las armas. Lo dijo ayer en Villa Arnaga uno de los llamados mediadores: “La reivindica­ción de la independen­cia seguirá adelante”. Ahora ya no existe Bildu por un lado y ETA por otro. Mayor Oreja comenta: “ETA es hoy un proyecto político más fuerte que antes”. La confirmaci­ón o el desmentido lo hará el pueblo vasco en la próxima cita electoral.

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EFE Protesta a favor de los presos en Kanbo
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