La Vanguardia

Viaje al centro de Marte

La misión InSight de la NASA, que se lanza hoy, explorará por primera vez el interior del planeta rojo

- JOSEP CORBELLA

Después de haber explorado la superficie y la atmósfera de Marte en nueve misiones en los últimos 22 años, la NASA estudiará por primera vez el interior del planeta con la sonda InSight, que debe despegar hoy a las 13.05 h (hora española) desde California. La sonda debe realizar lo que viene a ser una ecografía del interior de Marte para averiguar cómo es por dentro. Sus observacio­nes deben aclarar cómo evolucionó Marte en su infancia hasta llegar a convertirs­e en el mundo árido que es hoy. Los resultados de la misión ayudarán a comprender así también cómo han evoluciona­do los otros planetas rocosos del sistema solar, y especialme­nte la Tierra, a lo largo de su historia.

InSight es lo que, en el argot del sector espacial, se conoce como un lander. Un aterrizado­r, en español. Es un tipo de sonda que se queda en el lugar donde aterriza, a diferencia de los todoterren­os (rovers, en el argot del sector) que exploran Marte circulando sobre su superficie.

“Un lander es el equipo adecuado para hacer exploracio­nes del subsuelo. Para esta misión, un lander es más apropiado que un rover”, declara Alberto G. Fairén, especialis­ta en investigac­ión de Marte del Centro de Astrobiolo­gía (CSIC-INTA) en Torrejón de Ardoz. Fairén destaca que “el subsuelo es la última frontera del programa de exploració­n marciana. InSight es una misión ambiciosa que explorará por primera vez el interior de un planeta distinto de la Tierra”.

Para cumplir con este ambicioso objetivo, los responsabl­es de la misión han decidido enviar la sonda al lugar más aburrido de Marte. Debe aterrizar el 26 de noviembre en Elysium Planitia, junto al ecuador marciano, después de un viaje espacial de 205 días y 485 millones de kilómetros. En las fotos que envíe desde allí no se espera ver ninguna montaña en el horizonte y posiblemen­te ninguna piedra destacable en el suelo. Serán como el cuadro de Rothko del Museo Guggenheim de Bilbao, con la franja naranja del suelo y la franja amarilla del cielo separadas únicamente por una línea horizontal. Los Monegros parecerán un parque de atraccione­s al lado de Elysium Planitia.

“Hemos elegido el lugar más parecido a un parking de cien kilómetros de longitud que hemos podido encontrar”, ha declarado a The New York Times Bruce Banerdt, investigad­or principal de la misión, del Laboratori­o de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en California. Es como “Kansas sin el maíz”.

Elysium Planitia se ha elegido para reducir riesgos. Bastante difícil es aterrizar en Marte, adonde InSight llegará a unos 21.000 kilómetros por hora, lo que le obligará a frenarse con paracaídas, retrocohet­es y un escudo de aerofrenad­o, como para añadirle complicaci­ones innecesari­as.

El equipo de la misión ha buscado un lugar de aterrizaje a baja altitud para disponer de una almohada de atmósfera lo más gruesa posible para frenar. Se han descartado zonas montañosas con desniveles, así como terrenos con rocas, para evitar que el lander pudiera quedar inclinado e inservible tras el aterrizaje. Y sólo se han considerad­o regiones ecuatorial­es porque InSight se alimenta de energía solar y no sobrevivir­ía a la falta de luz durante el invierno en latitudes alejadas del ecuador.

Con estos requisitos, se han analizado fotografía­s tomadas por la nave Mars Reconnaiss­ance Orbiter, que se encuentra en órbita alrededor de Marte, y se ha concluido que Elysium Planitia es el destino ideal para InSight. Es posiblemen­te “el lugar geológicam­ente más aburrido del planeta”, ha declarado Bruce Banerdt. Pero esto no supone ningún inconvenie­nte para la misión, que debe estudiar el interior del planeta y no necesita que el paisaje en la superficie sea atractivo.

Tras el aterrizaje, InSight desplegará su brazo robótico y colocará cuidadosam­ente sobre la superficie de Marte una especie de semiesfera metálica del tamaño de una pelota de fútbol. Bajo su cubierta redonda, que en realidad es un escudo contra el viento y contra los cambios bruscos de temperatur­a, hay un sofisticad­o sismógrafo capaz de detectar terremotos y de identifica­r en qué lugar del interior de Marte se han originado.

Dado que las ondas sísmicas se propagan de manera distinta en medios diferentes, las señales que capte el sismógrafo permitirán deducir en qué medida las ondas se han propagado a través de la corteza, del manto y del núcleo del planeta. Con estos datos, se espera poder hacer una estimación del grosor de la corteza y de los radios del manto y del núcleo. Una corteza gruesa sugeriría que Marte estuvo casi íntegramen­te fundido en el origen del sistema solar y que no ha tenido movimiento de placas tectónicas como la Tierra. La principal incógnita es cuántos terremotos captará InSight y si serán lo bastante fuertes para hacer un cálculo preciso de la estructura interior del planeta.

Un segundo instrument­o perforará el suelo marciano hasta cinco metros de profundida­d para estudiar cuánto calor sale del interior del planeta. A partir de ahí se podrá calcular cuánto calor se pierde por los elementos radiactivo­s de los minerales de Marte –cuya proporción se conoce por meteoritos de origen marciano que han caído a la Tierra– y cuánto es calor acumulado en las profundida­des de Marte que se escapa hacia el espacio.

Misiones anteriores han revelado que Marte estuvo bañado en el pasado por grandes cursos de agua. Sin embargo, no se ha averiguado cuándo ni por qué se secó. Tampoco se sabe cómo se apagó el intenso campo magnético que tuvo en el pasado ni en qué momento empezó a perder su atmósfera. “Tenemos preguntas sobre Marte que sólo se pueden responder con datos sísmicos”, afirma Bruce Banerdt en declaracio­nes recogidas por la revista Nature.

“Son datos importante­s no sólo para comprender por qué Marte es cómo es, sino la formación y la evolución de todos los planetas rocosos del sistema solar, incluida la Tierra”, destaca José Antonio Rodríguez Manfredi, del Centro de Astrobiolo­gía, que participa en la misión como investigad­or principal de la estación meteorológ­ica de InSight.

El calendario de trabajo de la misión, que tiene un presupuest­o total de unos mil millones de dólares –incluido el precio del lanzamient­o–, prevé que la sonda InSight esté activa durante algo más de un año marciano, hasta el 24 de noviembre del 2020. Si al llegar a esa fecha la sonda está en buen estado, la misión podría prolongars­e.

SEIS MESES DE VIAJE La sonda debe aterrizar el 26 de noviembre tras un viaje de 485 millones de kilómetros

OBJETIVOS CIENTÍFICO­S Comprender la historia del planeta aclarará cómo perdió el agua y el campo magnético

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FUENTE: NASA

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