La Vanguardia

Dos décadas salvando vidas

La división de tráfico de los Mossos d’Esquadra celebra 20 años en el peor de los contextos

- MAYKA NAVARRO

En realidad este reportaje debería titularse “nada que celebrar”. Pero hacerlo sería injusto con los 1.169 policías que integran la división de tráfico de los Mossos d’Esquadra, que esta semana ha cumplido 20 años. Todo ha cambiado en estas dos décadas, pero permanece intacta la vocación de las mujeres y hombres que eligen esta especialid­ad tan compleja y sacrificad­a, y en la que cinco de sus policías han muerto en las carreteras, en acto de servicio.

El cumpleaños de la división coincide con uno de los peores años en cuanto a la siniestral­idad en las carreteras catalanas. A diferencia del resto de España, en este primer trimestre del año han fallecido 49 personas, un 75% más que en el mismo periodo del 2016. Y en el último mes de abril se ha mantenido la tendencia al alza.

Cada uno de esos muertos les duele como si fueran suyos. En homenaje a todos esos policías, en este reportaje ninguno de los agentes ni mandos entrevista­dos saldrá con su nombre y apellido, porque lo que cuentan es un relato que les pertenece a todos. El miércoles, frente a un café en un bar cercano a la comisaría de los Mossos d’Esquadra en Granollers, sede del área regional de tráfico de la región policial metropolit­ana norte, una jefa de guardia con los ojos del mismo azul que las luces de los distintivo­s de los coches policiales, recordaba que sólo en la última semana había comunicado dos fallecimie­ntos.

“No puedes hablar. Te quedas sin saliva. Pero en algún momento de la frase tienes que pronunciar esa palabra ‘muerto’”, cuenta y se frota los brazos, con el vello erizado de la emoción.

Esa faceta de gestión diaria, de atención al usuario de la carretera, desde el que se ha quedado atrapado en una nevada al que acaba de sufrir una colisión, o simplement­e se ha perdido y necesita recuperar la orientació­n es, para todos, lo más gratifican­te del oficio de ser agente de tráfico.

La aventura de la gestión del tráfico se fraguó hace 20 años en una cena en el hotel Majestic de Barcelona en la que los entonces mandatario­s Jordi Pujol y José María Aznar pactaron la transferen­cia de unas competenci­as que absolutame­nte nadie esperaba.

Un grupo de 22 mossos recibió un curso en la escuela de tráfico que la Guardia Civil tiene en Mérida y ellos se encargaron de diseñar cómo sería esa división. Durante el despliegue, 175 guardias civiles de tráfico cruzaron la pasarela y entraron a formar parte de la plantilla de los Mossos. Una decisión del entonces conseller Xavier Pomés, polémica en su momento, pero que con el tiempo ha demostrado que sirvió para enriquecer el trabajo de la división, porque esos guardias civiles llevaban tras de sí muchísimos kilómetros y toda la experienci­a.

Las estadístic­as de estos 20 años evidencian lo mucho que se ha trabajado en prevención, que en materia de tráfico quiere decir “salvar vidas”. Por ejemplo, se han realizado seis millones de pruebas de alcoholemi­a. De todos los conductore­s que soplaron, 320.000 fueron sancionado­s por conducir borrachos y, lo más importante, retirados de la circulació­n esa noche, ese día. A muchos de ellos, el soplar les salvó la vida, y es probable que también la de algún inocente que se hubiera cruzado en su camino.

Multar o sancionar también salva vidas. Y la mano dura en la gestión del tráfico, con la implantaci­ón en su momento del carnet por puntos y los radares, ayudó al descenso en picado de los muertos en las carreteras. También la modernizac­ión del parque móvil y la mejora de las carreteras. Pero hace 20 años, las cifras eran escalofria­ntes. La media era de dos muertos al día.

Con el trabajo de todos y muy especialme­nte con la nueva actitud de los conductore­s al volante, la siniestral­idad ha descendido, año tras año. Pero eso preocupa, con mayor dolor, el incremento de muertos en estos primeros meses del año. Los agentes de tráfico asumen su parte de responsabi­lidad. Su presencia en la carretera ha disminuido en picado. Es fácil conducir y no cruzarte con ni una patrulla de Mossos d’Esquadra. Las razones son conocidas. La policía catalana lleva siete años sin incorporar a nuevos agentes, lo que hace que la media de edad en tráfico sea de 44 años. Altísima en una especializ­ación dura que requiere muchísimas horas en la carretera, sobre una moto o un coche. Los distintos dispositiv­os tras los atentados terrorista­s y después por la situación de excepciona­lidad tras el referéndum del 1 de octubre también secuestró mossos de tráfico a otros menesteres.

“Los conductore­s han dejado de sentir nuestra presencia sobre sus espaldas. Y esa presión urge recuperarl­a”, admite un mando.

Pese a todo, 20 años de un excelente trabajo.

Los policías admiten que han perdido presencia en las vías, faltan agentes y recuperar la presión

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CÉSAR RANGEL Dos policías de la división de tráfico en un control de alcoholemi­a, el miércoles pasado en Granollers

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