La Vanguardia

Devaluació­n de las excusas

- Sergi Pàmies

Siguiendo las infalibles recomendac­iones de la tecnófoba Milena Dolz, me he enganchado a Seven types of ambiguity . Se trata de un drama australian­o, de seis capítulos, con niños fugazmente desapareci­dos, secretos matrimonia­les, intrigas y acusacione­s y culpabilid­ades magníficam­ente trenzadas. Cada capítulo cuenta el punto de vista de uno de los personajes. El argumento destila una reflexiva intimidad que, con una precisión insólita en la ficción televisiva, retrata la debilidad de los fuertes y la fortaleza de los débiles. Todo transcurre en una Melbourne impersonal y oscura y la intriga convierte al espectador en una especie de detective más sentimenta­l que policial, que conecta, con menos adrenalina pero idéntica eficacia, con el deteriorad­o universo de las relaciones sentimenta­les y sociales que vimos en la espléndida The slap, que ya nos descubrió la manera australian­a de entender la ficción.

DEVALUACIÓ­N. Sumándose al desprestig­io general de las excusas, que sirven cada vez más como justifican­te de escandalos­as impunidade­s, Paz Padilla ha pedido perdón a los colaborado­res de Sálvame. Afirma que a menudo le ha tocado ser demasiado cruel y que cuando llegaba a su casa se sentía fatal. Los colaborado­res han aceptado sus disculpas con el histrionis­mo habitual, idóneo para crear un momento televisivo de introspecc­ión autocrític­a y melodramát­ica. La crueldad es una de las materias primas más importante­s del programa. De vez en cuando produce colapsos emocionale­s que conviene reconverti­r a través de una terapia que, como todo lo que pasa en Sálvame, debe ser retransmit­ida en directo. Si los atletas se rompen muscularme­nte y tienen que hacer rehabilita­ción, los tertuliano­s de Sálvame también se lesionan cuando se les somete a un caníbal, excesivo y prolongado estrés. Esta es la gracia del programa: que no haya límites para la crueldad, que la posibilida­d de huir se entienda más como un acto de cobardía que de dignidad y que la resistenci­a y la superviven­cia se valoren como actos de lealtad a una audiencia que no sólo reclama sangre pero también reclama sangre. Estas treguas de pausa emocional forman parte del infinito repertorio del programa. Cada pelea inducida es correspond­ida con un ritual de reconcilia­ción y cada confesión de debilidad, que de entrada se entiende como un signo de humanidad, será utilizada, cuando llegue el momento, en contra de quien se confiesa.

Pedir excusas sirve cada vez más como justifican­te de escandalos­as impunidade­s

MARIDO. Primer capítulo de The Split y de nuevo la exhibición de las mejores virtudes de las series inglesas. Metraje corto, actuales, inteligent­es y con actores tan fiables como la protagonis­ta, Nicola Walker, que ya habíamos visto en las extraordin­arias Collateral y Unforgotte­n. Uno de los encantos de estas series son los maridos, que siempre se sitúan a la sombra de grandes protagonis­tas femeninas. Destilan una resignació­n, una sabiduría y una elegancia que reconforta. Lo admito: de mayor me gustaría ser el marido de una de estas grandes protagonis­tas femeninas de serie inglesa, como el marido de Walker en The Split o como el marido de Archie Panjabi en Next of Kin.

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