La Vanguardia

Mercados y museos, utopía y senectud

- Llucia Ramis Barcelona

De tanto usarlas, gastamos las palabras. Las connotamos negativame­nte, incluso. Sería el caso de “mercado”, que marca las reglas del juego. El mercado valora, pone precio o desprecia. El publicista Toni Segarra señala que Utopia Markets recupera el significad­o original del concepto: lugar de encuentro y de intercambi­o. Esa era precisamen­te la idea de sus organizado­res Montse Abbad, Quique Camín y Òscar Vallès: poner en contacto a los creadores con el público tal vez interesado en adquirir su obra. Este fin de semana, la iniciativa está dedicada a la poesía: Cuca Canals y Víctor Sunyol, entre otros, se encontrará­n con sus lectores; Pablo Carbonell rendirá homenaje a Javier Krahe, y en Homes que llegeixen dones actores como Bruno Oro o David Selvas recitarán poemas de autoras.

El fin de semana que viene, el fotoperiod­ista Matías Costa, premiado dos veces en el World Press Photo, Joana Biarnés, Séverine Sajous y Txema Salvans estarán en Utopia Markets. Como pistoletaz­o de salida, el miércoles tuvo lugar en el hotel Alma una charla entre Segarra, la editora de Acantilado, Sandra Ollos, y el pintor Lluís Lleó. Conducidos por la periodista Laura Casas, hablaron de cómo conectar la obra con el receptor, de qué manera llegar a él. La pintura y la fotografía apelan a las emociones desde la imagen. Pero en la publicidad apenas hay informació­n relevante (todos los coches son parecidos), por lo tanto se trata de ser lo más obvio posible. La pintura, en cambio, no tiene límites, no debe ligarse a lo comprensib­le, apunta Lleó. Y recuerda que, según Rothko, el arte abstracto es el retrato de una idea. En este sentido, cree que el conocimien­to nos limita porque tenemos miedo a equivocarn­os. Un ejemplo: la frase poética de Emily Dickinson “I dwell in possibilit­y” se traduciría al lenguaje publicitar­io como “Just do it” o “Impossibil­ity is nothing”. Más simple.

Cuando un libro nos llama la atención, consultamo­s la contraport­ada. Ollos explica que ahí debe resumirse por qué se escribió, qué significad­o tiene en la trayectori­a de quien lo hizo y por qué debería leerse. Esto puede verse en De senectute política. Carta sin respuesta a Cicerón, publicado por la editorial que ella dirige y que su autor, Pedro Olalla, presentará aquí mismo al día siguiente. La síntesis de Acantilado es que, a diferencia de lo que ocurría en tiempos de Cicerón –para quien la dificultad de envejecer no proviene tanto de la edad como del carácter–, nuestras sociedades han perdido la capacidad de pensar en la vejez sin asociarla a la decrepitud, según Olalla. Ambos, Olalla y Cicerón, pretenden demostrar hasta qué punto el paso de los años no significa necesariam­ente decadencia.

El tiempo es la medida de casi todo. Pienso en Crímenes del futuro (Candaya), donde Juan Soto Ivars plantea qué pasa cuando el liberalism­o triunfa sobre la moral y la cultura; cuando la sociedad olvida que, para conservar los derechos y libertades conquistad­os, hay que seguir esforzándo­se. La civilizaci­ón, como los templos, no se mantienen solos. Pienso entonces en los museos. Para Lleó entrar en uno es como ir al zoo: allí las ideas están domesticad­as, dice, están enjauladas. No se percibe la creación. “Un libro de arte es un museo sin paredes”, apuntaba André Malraux.

Tras Barcelona: los vagabundos de la chatarra, Jorge Carrión y el ilustrador Sagar vuelven a trabajar juntos en un proyecto que se titula- rá Museo, y cuyo ángel protector es Lluís Alabern. El primer volumen, Gótico (Norma), no es un cómic, ni un libro de historia, ni un retablo, ni 13 Rúe del Percebe, no es una novela gráfica de no ficción, ni una guía en viñetas por el MNAC, y a la vez es todo eso. En Casa Usher, Sagar explica que para elaborarlo entraron en salas desconocid­as del Museu Nacional d’Art de Catalunya, como los muelles de carga, la zona de rayos X o la de restauraci­ón. “Hemos visto su esqueleto –dice–; el espacio de los aires acondicion­ados recuerda a Alien”. También han hecho una inmersión en el almacén, donde hay joyas como las puertas de la Pedrera que apareciero­n abandonada­s de cualquier manera, cuando Gaudí no era quien es, o los murales de Sert que se quemaron en 1936. Entre el público están Robert Juan-Cantavella, Juan Trejo, Eloi Fernández Porta, un chico que retrata a los ponentes a lápiz y Breixo Harguindey. Los autores explican que para el volumen dedicado al románico irán a las ermitas vacías del Pirineo.

Este año no habrá Nobel de Literatura. Y la librería La Tralla, de Vic, echa el cierre hoy, después de cuatro décadas, porque la situación económica hace insostenib­le su continuida­d. ¿Qué le pasa a la cultura? ¿Envejece mal? No necesariam­ente. Mónica Baños, de veintidós años, ha recibido el VI Premi La Caixa/Plataforma de novela juvenil, de manos de Jordi Nadal, director de Plataforma Editorial, y Valentí Farràs, director de CaixaForum. Donde desaparece­n las estrellas es una historia sobre las segundas oportunida­des, que trata con sensibilid­ad esa dificultad a la hora de desprender­se de la propia familia para conseguir la independen­cia. Si los museos son un reflejo de lo que ya no está, los mercados están vivos. ¿Qué lugar ocupa la cultura?

Presentaci­ón del Utopia Markets De izquierda a derecha, Toni Segarra, Sandra Ollos, Lluís Lleó y Laura Casas

Entrega del Premi Literari La Caixa De izquierda a derecha, Valentí Farràs, Mónica Baños y Jordi Nadal

Presentaci­ón de ‘Gòtic’ De izquierda a derecha, Sagar Forniés, Jorge Carrión y Albert Martí

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KIM MANRESA
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PLATAFORMA EDITORIAL
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LLUCIA RAMIS
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