Incógnitas
Matthias Goerne-Palau Bach
Intérpretes: Freiburger Barockorchester Otros solistas: Katharina Arfken (oboe), Juan de la Rubia (órgano) Lugar y fecha: Palau de la Música (1/V/2018)
Estrellas a la luz de la tarde. En este concierto vespertino en el Palau “brillaban” en la propuesta el bajo-barítono Matthias Goerne, la oboísta Katharina Arfken y el organista Juan de la Rubia, junto a la Orquesta Barroca de Friburgo dirigida por el concertino Von der Goltz. Y para cada uno había una obra de lucimiento del catálogo de Bach y de Händel. Sabido es que ambos destacaron como intérpretes organistas con gran capacidad de improvisación, y lo hacían en órganos de su tiempo generalmente eclesiásticos, aunque también Händel solía acudir al escenario de concierto. Dos pequeñas piezas instrumentales (llamadas “sinfonía”) de la Cantata BWV 35 de Bach, con presencia importante de órgano, abrieron primera y segunda parte del concierto en las que el órgano trabaja mucho como voz solista –y a veces haciendo las veces de oboe por su linealidad– junto a pasajes más contrapuntísticos. Un terreno propicio para la musicalidad y la buena técnica de Juan de la Rubia, que asumió al final el más importante rol en el Concierto para órgano HWV 295 de Händel, pieza de realzado lucimiento.
Compartía estrellato en esta sesión el magnífico Goerne, bien conocido en los repertorios románticos y más actuales, y que transita lentamente la experiencia del barroco, en este caso representada por un trabajo que ya llevó al disco con esta orquesta, como son dos cantatas de las tres de Bach para bajo. Un mundo completamente distinto para el canto, que exige una disposición técnica de respiraciones, de emisión vocal, de adornos y articulación que seguramente será provechosa para este gran cantante, aunque en esta ocasión decepcionó a parte del público especialmente en la cantata Ich will den Kreuzstabgernetragen con un comienzo incierto en los aspectos citados. ¿Escasa previsión o preparación en ensayo inmediatamente previo? Difícil de explicar, ya que su técnica es reconocida, como su capacidad de “decir”, que mejoró notoriamente en la también sentida cantata Ich habe genug. Ambas transmiten la palabra de Jesús, y ya sabemos lo que ello significa para Bach en cuanto a exigencia armónica y tímbrica e interioridad, algo que Goerne supo transmitir, en un contexto musical bastante ajeno marcado por música más exterior de Händel. La excelente oboísta bordó sus arias, acompañada de un cuidado trabajo de la orquesta, sobre todo en la cuerda. Los generosos aplausos dedicados a Goerne quedaron sin respuesta; ¿disgusto por el trabajo realizado?