La Vanguardia

“Pasé siete años sin bici”

Josep Betalú cierra su tercera victoria en el Sáhara, tantas como Roberto Heras

- SERGIO HEREDIA

Ahora ya está. Josep Betalú (Amposta, 40) ya tiene su tercera Titan Desert, la tercera seguida. Tantas como Roberto Heras. Ahora ya se ha relajado y me atiende a la sombra. Hasta hoy, el hombre ha estado tenso, coherente con su perfil en el WhatsApp: “Si eres mi rival no eres mi amigo”.

La batalla se ha prolongado por seis días: 619 kilómetros entre dunas, rocas, desfilader­os, trialeras y arroyuelos, pedaleando bajo el sol y durmiendo entre tiriteras, porque no hay confort en una jaima.

En ese escenario, Josep Betalú (Doctore Team BMC) se ha mantenido retador. Directo al mentón:

–Todos van a salir a por ti, ¿cómo lo llevas? –le preguntaba­n un día, antes de la salida.

–Pues igual pierden todos.

En la primera etapa, Betalú tumbó a Cadel Evans. Y luego exprimió ese dato. Lo recordaba:

–He ganado a Cadel Evans. Le dio vidilla a la carrera. Le comento:

–Da la sensación de que usted ha ganado con mucha facilidad.

–Centro la primera parte del año en esta carrera. Y en la Titan hay desierto: por lo que sea, la arena, las dunas y el calor se me dan bien. –¿Dormía tranquilo?

–No lo crea. Una noche, antes de la jornada de navegación, me desperté a las doce. Pensé que era de día y me puse a estudiar el recorrido en Google Earth, dándole vueltas. Así, hasta que logré dormirme. Aquí todo cuenta: la navegación, las estrategia­s, las alianzas… Hay que hacer amigos en el pelotón.

Hoy, Betalú es un profesiona­l del ciclismo. Se entrena por las mañanas, con sus tres compañeros: los hermanos Prades y Gerardo Sánchez. A veces, pedalean 700 kilómetros semanales. Recorren los arrozales del Delta de l’Ebre. También las playas. Y por la tarde, abre su taller de mecánica en Amposta: Central Tuning.

–Y si no puedo estar ahí, me ayudan mi mujer o mi padre.

El padre trabajaba el campo. Josep Betalú era un niño de cuatro años cuando empezó a pedalear.

–Veía la Vuelta o el Tour en la tele y les decía a mis padres: ‘Algún día me veréis allí’. A los doce ya me estudiaba las bicis. Les cambiaba componente­s, ruedas, radios...

–Lo del Tour, ¿no salió?

–Me queda la duda. A los 23 dejé la bici. Y eso que ganaba etapas... –¿Qué pasó?

–Había abierto el taller. Hacía otros deportes, como el motocross. Y me metí en el mundo de la noche. –¿Qué hizo? –Pinchaba música. Me llamaba DJ Beta. Recorría València, o Tarragona. Pero ese mundo te agota. Siempre era lo mismo. Está bien por un tiempo, pero acabas demacrado. A los treinta volví a la bicicleta.

Le fue bien. Volvió a ganar carreras en el mountain bike. Incluso probó la ruta, durante dos años.

–Si tienes un buen motor, puedes volver a funcionar.

A los 39 años recibió una buena oferta. Venía de la Constructo­ra Arpo, cuyo logotipo luce en la gorra. Detrás llegaron BMC y Speed Six. De repente era un ciclista profesiona­l. En los últimos años ha ganado carreras interesant­es. En el 2017, la Luz de los Conquistad­ores, en Costa Rica. Y en este 2018, la Aragon By Race y la etapa Eliminator de la Volcat UCI, en Igualada.

–No hay dinero en la Titan –digo. –Directamen­te, no. Pero ganar aquí te da caché. Los patrocinad­ores lo tienen muy en cuenta. –¿Y se gana bien la vida aquí? –No va mal. Ganas una prueba y te llevas 5.000. En otra, 10.000. El presupuest­o me da para vivir bien.

MÁS ALLÁ DE LA BICICLETA “A los 23 años me retiré, monté un taller mecánico y me hice dj: era DJ Beta; a los treinta volví al ciclismo”

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TITAN DESERT 2018 Josep Betalú celebra su triunfo en la Titan Desert, ayer en Maadid
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