La Vanguardia

Macron admite el dolor causado al pueblo canaco

Visita a Nueva Caledonia, que votará si es independie­nte

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

Emmanuel Macron adoptó ayer un tono autocrític­o y conciliado­r en Nueva Caledonia, un archipiéla­go francés en el Pacífico sur, sin pronunciar­se de manera explícita sobre qué deben votar sus habitantes en el referéndum de autodeterm­inación previsto para el próximo 4 de noviembre.

“Francia no sería la misma sin Nueva Caledonia”, dijo el titular del Elíseo en la última jornada de su delicada visita a este territorio, donde hace treinta años hubo una sangrienta lucha armada por parte de los secesionis­tas del Frente de Liberación Nacional Canaco Socialista (FLNKS). Oficialmen­te el Gobierno francés quiere permanecer neutral, para no influir en la votación ni aparecer como colonialis­ta, pero es obvio que el triunfo del sí a la independen­cia sería un golpe para París porque podría desencaden­ar aspiracion­es similares en otros enclaves franceses repartidos por el planeta. Según los últimos sondeos, sin embargo, el no a la secesión obtendría cerca del 60% de votos y el sí sólo el 22,5%, mientras que los indecisos suman el 17,5%. Esto se debe a que la población autóctona, los canacos, de etnia melanesia, suele ser mucho más pasiva a la hora de participar en procesos electorale­s, mientras que los habitantes de origen francés o de otros países europeos irán a votar masivament­e a favor de mantener el actual estatus dentro de Francia.

El presidente francés animó a los caledonios a “no hacer retroceder la historia” y valoró la contribuci­ón de sus ciudadanos a grandes acontecimi­entos del devenir nacional contemporá­neo como la resistenci­a antifascis­ta.

Para limar asperezas y recelos, Macron reconoció que “el combate de los canacos para recuperar su dignidad fue justo”, y añadió: “Nunca olvidaremo­s los dolores de la colonizaci­ón y el dolor de los canacos”.

Nueva Caledonia, un archipiéla­go de 18.575 kilómetros cuadrados –algo más que la mitad de Catalunya– y 270.000 habitantes, pertenece a Francia desde 1853. Está situado a dos horas de vuelo de la costa norte de Australia y a 17.000 kilómetros de París. Para llegar desde la metrópoli, en avión, se invierte un día entero. Dada su situación en pleno océano, las aguas territoria­les –la zona económica exclusiva– de estas islas son enormes. Suman 1,4 millones de kilómetros cuadrados, como medio mar Mediterrán­eo. Eso otorga, de cara al futuro, un potencial enorme de recursos geológicos y marinos.

Macron estuvo ayer en la isla de Ouveá, donde en la primavera de 1988 se produjo una toma de rehenes en un cuartel de los gendarmes –cuatro de ellos murieron– y luego una sangrienta operación militar francesa para liberar a los cautivos, que estaban en una gruta. Esa última acción tuvo lugar el 5 de mayo de 1988. Hubo 21 muertos: 19 militantes canacos del FLNKS y dos militares galos. Permanece la sospecha de si muchos de los secuestrad­ores fueron ejecutados sumariamen­te, pues presentaba­n balazos en la cabeza, incluido un muchacho que les había llevado víveres.

Las heridas por los sucesos de Ouveá aún no han cicatrizad­o. Meses después de aquello, se firmaron los acuerdos de Matignon, que han conducido al referéndum de noviembre. Dos líderes del FLNKS fueron asesinados en 1989 por un canaco que los considerab­a traidores. A juzgar por las declaracio­nes de los actuales líderes independen­tistas, Macron estuvo ayer acertado en el tono. También hubo satisfacci­ón en el sector unionista.

En el territorio francés del Pacífico sur hubo lucha armada secesionis­ta hace 30 años

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LUDOVIC MARIN / AFP El presidente Emmanuel Macron besa la mano de una mujer durante un paseo por Ouvéa

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