La Vanguardia

Madre sólo hay una...

- Joaquín Luna

Si mi madre no fuese tan suya, hoy le dedicaría esta columna pero me tiene dicho que no la mencione porque es una madre abnegada y además se lleva unos sustos de muerte con mis artículos. ¡Para esto le dimos estudios y clases de inglés! Eso creo que piensa...

Las madres, en general, son algo pesadas. ¡Te dan la vida! Eso nadie lo discute pero después se pasan la vida dando buenos consejos.

–Vicente, estudia y no mortifique­s a tus hermanos.

¡Pero si es lo único divertido de tener hermanos!

–Vicente, procura obedecer a tu padre y no le gastes bromas que llega cansado del trabajo.

(Por hacer equipo y fortalecer la moral familiar, yo, por ejemplo, le puse unos petardos a mi padre en sus cigarrillo­s, uno de esos “objetos de broma” que vendían en mi niñez, como un líquido que se vertía en las sillas y producía alternativ­amente calor y frío. Al segundo petardo, mi padre dejó de hablarme una temporada y eso que también me había dado la vida).

–Vicente, obras son amores y no buenas razones.

Yo no sé cómo se las arreglan pero las madres españoles son unas máquinas refraneras. Claro...¡lo suyo es dar y no recibir! ¡Como Mike Tyson!

Las madres, en general, son algo pesadas. ¡Te dan la vida! Pero después se la pasan dando consejos...

Hasta que un día, Vicente conoce a una chica muy mona que también quiere ser madre y el muy incauto está convencido de que su santa madre podrá, al fin, hacer su vida y ya no tendrá que preocupars­e de la salud, los hábitos alimentici­os o de si hace mala cara. Vicente es un hijo apañado pero un hombre iluso porque una madre nunca arroja la toalla.

–Vicente, el domingo os espero a comer. ¡Es el día de la Madre! Te he preparado empanadill­as de bonito, cabrito al horno, merluza a la romana y media docena de torrijas.

–Mamá, si estoy a régimen y lo sabes... Y además este año lo celebramos en casa de mi suegra.

–Pues te lo llevas en un táper que haces mala cara. ¡Mira que hacerme esto! ¡Cría cuervos!

El día de la Madre se celebra hoy en toda España, la única potencia del arco mediterrán­eo que hace sombra a Italia, cuyas madres son legendaria­s por los gritos, sus platos de pasta y los besuqueos a su Vincenzo, catedrátic­o emérito en Bolonia.

Las mujeres del siglo XXI ven a las madres del siglo XX con afecto pero ciertos recelos porque les atribuyen todos los defectos de sus hijos, que ellas sufren en el día a día.

–¡Hay que ver qué madre tienes! ¡Te trata como a un niño!

Y es entonces cuando llega el momento en que nuestro héroe se rebela contra el mundo, los refranes y la merluza a la romana pero suelta lo de siempre:

–¡Madre sólo hay una!

Si hubiesen dos, ni hoy sería un día señalado ni los marinos mercantes llevarían tatuado “Amor de madre”.

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