El Mayo de 1968
EL Mayo de 1968, hace medio siglo, fue el estandarte de un profundo cambio, especialmente en Occidente, pero no únicamente, que ha ejercido una gran influencia, como pocas revoluciones en la historia de la humanidad. Cuando se rememora el año 1968, se piensa comúnmente en el Mayo francés, pero aquel mismo año ocurrieron muchas cosas de forma paralela en todo el mundo: desde la protesta contra la guerra del Vietnam al asesinato de Martin Luther King en un momento crucial en la lucha por los derechos civiles; también la revolución de Praga, sometida por el fuego de los tanques soviéticos, o el primer movimiento huelguístico en Polonia; la matanza de estudiantes en la plaza de Las Tres Culturas de la capital de México; la emergencia de un movimiento radical en la Universidad Libre de Berlín; la revolución cultural en la China de Mao; la explosión de la teología de la liberación en Latinoamérica a la sombra del Vaticano II y, en fin, movimientos de signo liberador en lugares tan dispares como Tokio o Barcelona.
Pero es el Mayo francés el movimiento que sintetiza aquella fiebre de cambio de la humanidad. Bajo una lluvia de imaginativos eslóganes, como “Prohibido prohibir” o “La playa está bajo los adoquines”, se disparó un movimiento de protesta que alteró las calles de Francia, especialmente de París, durante un mes, que fue lo que tardó el presidente De Gaulle en recuperar las riendas de la situación. Pero nada volvería a ser como antes, porque lo que se había puesto en cuestión era la forma de ejercer la autoridad en aquel mundo bipolar, una revolución que afectó a los dos frentes, aunque en el soviético fue reprimido a sangre y fuego, lo que significó el principio del fin del comunismo.
De aquellos días emergió no sólo una nueva forma de ejercer la política, sino fortísimas corrientes de opinión que alteraron definitivamente el statu quo del sistema nacido tras las dos guerras mundiales. Así, aparecen de forma potente movimientos como el feminismo y el cuestionamiento del patriarcado o de un tipo de docencia universitaria presuntamente magistral; el ecologismo y la preocupación por el medio ambiente; el valor de las minorías, la heterodoxia y el relativismo frente al dogmatismo y no sólo el religioso; el valor de la capacidad individual de la persona; o movimientos como la lucha contra el consumismo que, sin duda, han marcado el último medio siglo de la humanidad. Es cierto que algunos de estos movimientos han perdido vigencia o están siendo pervertidos al ser asumidos por el sistema. Pero también lo es que aquel Mayo de 1968 abrió puertas y ventanas al mundo de una forma definitiva.