Pluralidad
La pluralidad es un elemento esencial de una sociedad democrática. Y una de las funciones de los medios de comunicación es contribuir a que todas la ideas y opiniones puedan ejercer el derecho fundamental a expresarse. Lo dicho parece una obviedad, pero no lo es tanto si miramos alrededor y, ante el conflicto político que ha dividido a la sociedad catalana, comprobamos que algunos medios parecen convencidos de que deben jugar un papel selectivo en favor de una de las opciones en liza, en vez de ayudar a tender puentes que propicien el diálogo.
Y el caso es que ver el problema desde cierta distancia parece que tampoco ayuda a enfocarlo con equilibrio, como nos señaló el suscriptor Guillem Prats, quien envió una carta al Defensor para comentar que “por razones de trabajo he pasado cuatro días en Madrid y he tenido ocasión de leer la prensa de la capital. Me he quedado asustado. Ni comparación con La Vanguardia, que al lado de artículos que, como usted sabe, no me gustan –no porque no piensen como yo, sino porque me parecen claramente sectarios–, tiene una virtud impagable: la pluralidad. No hay color entre la variedad de opiniones de nuestro diario y los infumables y monótonos tabloides de agitprop de Madrid”.
El pasado miércoles, la página de comunicación de la sección Vivir publicó una información en la que se recogía que, según el último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), La Vanguardia mantiene efectivamente una posición de centralidad y pluralidad en la sociedad catalana. La información, firmada por Carles Castro, detallaba, a partir de los datos del CIS, que la identidad de los lectores del diario “compone un mosaico muy equilibrado, que abarca todo el arco iris ideológico e identitario”, hasta el punto de que, como señalaba el subtítulo, “la cabecera llega casi por igual a todos los grupos de votantes”.
Además de redactor de Política, especializado en el estudio del comportamiento electoral, Carles Castro es profesor en la Universitat Pompeu Fabra y autor de una tesis doctoral sobre La Vanguardia yla prensa de Barcelona, así que le he pedido un análisis más profundo sobre la situación que reflejaba esa noticia. “Históricamente, La Vanguardia siempre ha reafirmado su liderazgo en coyunturas conflictivas, en las que parecía imposible mantener una posición equilibrada –explica Castro–. Salvando las distancias, la convulsa etapa republicana es un buen ejemplo, ya que el diario amplió entonces su ventaja sobre todas las cabeceras de cualquier signo que se editaban en Catalunya y llegó a disputar la primacía a la prensa de Madrid”.
“Lo cierto es que existe un nutrido segmento de lectores –continúa su análisis Castro– que, más allá de su ideología, apuestan por una información fiable y por una opinión diversa en los momentos de confusión. Y, por lo que indican los sondeos, eso es lo que encuentran en La Vanguardia. Un fenómeno similar de ampliación de las audiencias se está produciendo en los grandes diarios del mundo anglosajón que apuestan por una disposición de los hechos lo más neutral y objetiva posible, al margen de cuál sea su línea editorial”.
Como Defensor, recibo cartas críticas sobre el diario, y no faltan las de los lectores que querrían que el diario defendiese posiciones más próximas a las suyas, pero también llegan las que agradecen que La Vanguardia recoja las muy variadas sensibilidades de la sociedad catalana. Como la del suscriptor Guillem Prats, quien se adelantó con las percepciones de su muestreo personal a las conclusiones del CIS.
La percepción de un suscriptor se adelanta al sondeo del CIS:
‘La Vanguardia’ mantiene una posición de centralidad en la sociedad catalana