La Vanguardia

Una epidemia llamada falta de atención

Las prisas y la multiplica­ción de las distraccio­nes digitales erosionan la capacidad de trabajo de adultos y niños

- MAYTE RIUS

Quizá le resulten cotidianas estas situacione­s: ir conduciend­o en un trayecto rutinario por autopista y, de repente, preguntars­e si ya ha pasado el peaje; golpearse con alguien por la calle porque uno de los dos –o los dos– caminaba mirando el móvil; estar explicando algo a una persona y que hacia el final del relato le diga “¿cómo? ¿qué decías?”; iniciar una lectura con alguno de los pequeños de la familia y que a los diez minutos diga que ya está cansado. ¿Qué le pasa a nuestra capacidad de atención?

Psicólogos, educadores y expertos en productivi­dad hablan de un fenómeno que denominan síndrome de atención parcial continuada –que nada tiene que ver con un trastorno neurobioló­gico como el TDAH–, y que consiste en prestar atención simultánea a diferentes focos de informació­n pero a un nivel superficia­l. Y también relatan una creciente dificultad –más acusada entre niños y jóvenes–, para mantener la atención en actividade­s cotidianas que requieren esfuerzo y no dan placer.

“La lacra de la falta de atención es algo que ha ido de menos a más, que se está expandiend­o de manera increíble y que afecta a prácticame­nte cualquier ámbito de la vida”, afirma Berto Pena, formador de productivi­dad personal.

A la misma conclusión ha llegado el psicólogo Luis López González, director del máster en Relajación, Meditación y Mindfulnes­s de la Universida­d de Barcelona, que preocupado por esta epidemia de distraccio­nes y por sus consecuenc­ias acaba de publicar el libro Educar la atención (Plataforma Editorial).

Porque el impacto de esta creciente falta de atención no es baladí. Las distraccio­nes son ya la principal causa de accidentes en la ciudad de Barcelona, y la dirección general de Tráfico asegura que estuvo detrás del 25% los accidentes y el 31% de los fallecidos en las carreteras españolas en 2016. Y la inatención también se sitúa como principal causa de fracaso escolar y se asocia al 45% de los accidentes laborales.

López vincula esta mayor falta de atención al hecho de que vivimos en la sociedad de las prisas y de la multitarea, “los dos grandes enemigos de la atención”. Pena, por su parte, explica que la atención se ve afectada por las distraccio­nes –“que son culpa de uno mismo porque las permite”–, y las interrupci­ones, provocadas por los demás. Y considera que el problema es que la tecnología ha multiplica­do las distraccio­nes que nos acechan. “Hace unos años las distraccio­nes tenían que ver sobre todo con preocupaci­ones, eran mentales y poco controlabl­es; pero ahora nos distraen las notificaci­ones, las alertas, los mensajes, las llamadas, las apps...; porque hemos absorbido la tecnología sin hábitos, la llevamos siempre encima y, entonces, esas distraccio­nes toman el control” de nuestra atención y de nuestro tiempo, comenta.

Remarca que no es sólo un problema de niños y adolescent­es, sino que afecta a todas las generacion­es. “La gente se queja de que no le llega el tiempo para hacer su trabajo y no piensa que es porque se distrae mucho; además se hace un trabajo (o estudio) de peor calidad porque la capacidad de enfoque, de mantenerse centrado en una sola actividad de forma continuada es muy limitada, enseguida se salta a otra cosa, y cognitivam­ente no puedes hacer dos tareas de cierta complejida­d a la vez”, justifica Pena.

Porque aunque algunas personas se niegan a admitirlo, la neurocienc­ia deja claro que la multitarea es un mito. “La atención consciente es un procesador lineal: puedes atender una cosa y luego otra, pero consciente­mente no puedes atender varias cosas a la

LAS CAUSAS

Mensajes y alertas interrumpe­n, fuerzan la multitarea y aumentan el estrés

LOS EFECTOS

Más accidentes, peor calidad de trabaj oyde estudio, pérdid asde tiem poydedi nero

vez; puedes ir alternando de una a otra por minutos, segundos o milisegund­os, pero esa diversific­ación de la atención conlleva complejida­d mental y aumenta la probabilid­ad de accidentes, de estrés y de fallos en tu trabajo”, relata Ignacio Morgado, director del Instituto de Neurocienc­ias de la UAB.

Precisa que la capacidad de “multiatenc­ión”, de atender a una cosa y luego a otra, depende de cada persona, de lo entrenado que tenga el cerebro para hacerlo. “El cerebro es muy plástico y si lo fuerzas a que tu atención vaya en una determinad­a dirección crea conexiones entre neuronas para ello, y luego, cuando vuelves a hacer esa actividad el pensamient­o recupera esos caminos neuronales creados por el aprendizaj­e y la experienci­a”, indica.

López indica que ese cambio constantem­ente del foco de atención acaba saturando la capacidad de estar atentos y provoca estrés, que es otro de los desencaden­antes de la desatenció­n y de las distraccio­nes que tantas pérdidas ocasionan a las empresas y a las personas. “Las prisas, y la productivi­dad entendida como estar en varias cosas a la vez, provocan pensamient­os de rumiación, hacen que tu cabeza de vueltas a las cosas como una lavadora, y eso resta efectivida­d y afectivida­d, impide tanto estar atento como ser atento”, afirma.

Desde planteamie­ntos profesiona­les distintos, los expertos consultado­s coinciden en que basta cambiar algunos hábitos, reducir las distraccio­nes y el estrés, para mejorar la capacidad de atención. Aseguran que la meditación, el mindfulnes­s y las técnicas de concentrac­ión también ayudan a ejercitarl­a, como si fuera un músculo.

No obstante, reconocen que el actual bombardeo de distraccio­nes digitales es tal que resistirse a ellas exige ser muy disciplina­do. “Antes en el móvil sólo nos entraban llamadas y sms, pero ahora constantem­ente tenemos notificaci­ones, alertas, watsaps y aplicacion­es que nos atraen porque son divertidas, porque nos sacan de la rutina de lo que estamos haciendo, porque nos ponen en contacto con los demás, que es algo que a todos nos gusta y nos entretiene, así que si cuando te sientas a comer o a trabajar dejas el móvil sobre la mesa es una clara invitación a ‘me voy a distraer’”, describe Berto Pena. Y añade que esas distraccio­nes, que son reiteradas, implican que actividade­s que deberían realizarse en media hora acaben alargándos­e 35 o 40 minutos y al final de la jornada se acreciente la impresión de falta de tiempo y de estrés.

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El 31% de las muertes en accidente de tráfico registrada­s en 2016 estaban vinculadas a una distracció­n
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La Guardia Urbana de Barcelona realizó más de 20.000 denuncias por distraccio­nes en 2017
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GETTY La inatención es la principal causa de fracaso escolar
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El 45% de los accidentes de trabajo se relacionan con despistes o falta de atención
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