“A todo el mundo le gustan los patitos”
Los turistas, si los encuentran, también compran productos alternativos
Baberos personalizados, velas con la forma del panot de siempre, patitos de goma con aires gaudinianos, bolsas, fulares, manteles, manoplas, delantales, posavasos y pegatinas que reproducen los dibujos de las baldosas hidráulicas, que ilustran un montón de símbolos de la ciudad... Los escaparates de Barcelona también ofrecen recuerdos que gustan tanto a visitantes como a autóctonos, que esquivan los cánones imperantes en el sector. El secreto está en ponerlos la venta.
Hace tres años varios amigos de aquí y de allá abrieron en Amsterdam una tienda de patitos de goma. Al poco inauguraron en la calle de la Palla la Barcelona Duck Store. Ahora el holding de los patitos suma ocho comercios en Europa. “Y en todas hay unos cuantos que la gente se lleva como recuerdo de su viaje –explica la responsable María González–, como el patito con un molino muy holandés o el que va a la tamborrada vasca”. Al parecer los patitos pueden venderse tanto como las botellas de sangría. En el Gòtic, además del gaudiniano, también ofrecen el torero y el catalanista, con barretina y senyera. “No tenemos patitos con esteladas, y tampoco con banderas de España. Un día con varias manifestaciones coincidieron aquí una persona que quería uno con estelada y otra que lo quería con la de España. A ambos les disgustó que no tuviéramos el que querían...”. Pero el preferido de los turistas no es ni el catalanista ni el torero, sino el gaudiniano, a entre 8 y 15 euros.
“Nosotros también tenemos un hostal –dice Marcelo López, tras el mostrador de Luciérnaga, en la calle Regomir–. Muchos turistas se quejan de que no tienen donde gastarse el dinero, que todo es muy cu- tre, parecido... Y por eso el año pasado planteamos una tienda diferente, pensada para que, entre otras cosas, el visitante pueda llevarse un recuerdo original. Pero no es fácil encontrar los productos. Entre muchos proveedores de aquí manda la cantidad sobre la calidad... Estas postales de Barcelona las hacen en Suecia, y las compramos en ferias de París. Las pegatinas para que tus baldosas parezcan hidráulicas son alemanas, y también las compramos en París. Y los posavasos y los manteles los traen del Líbano”.
“Muchos visitantes se quejan de que no tienen dónde gastarse el dinero, de que todo es muy cutre”
“Si les ofreces algo de calidad que muestre la palabra Barcelona, los turistas también lo compran –dice Núria Solé, en la tienda del regalos del Palau Moja de la Generalitat, en la Rambla–. Tenemos turrones de la casa Vicens. Hasta que al paquete no lo pusimos la palabra Barcelona apenas lo compraban, y ahora...”.