Ignorancias
Veo las imágenes de unos señores en no sé qué pueblo de Francia y no entiendo nada, no sé quiénes son, ni qué hacen exactamente en ese lugar tan bonito, en esa casona con arcos y columnas entre jardines, pero parece que es porque ETA dice que se disuelve. Veo que guardan un minuto de silencio, y no entiendo muy bien por quién: supongo que debe de ser por los 853 muertos y 6.389 heridos, a los que nadie menciona, vidas trituradas por las balas y las bombas de ETA. Veo a estos señores tan atildados en el canal 3/24, y reconozco entre ellos a Gerry Adams y a uno que fue de ETA, Arnaldo Otegui, que eleva su mirada al techo (¿en qué o quién estará pensando?). Me paso al canal 24 horas de TVE y a La 1, y veo que no emiten nada de todo esto. Al cabo de un rato aparece ahí, en TVE, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy: pronuncia una declaración en la que dice que ETA no consiguió nada cuando existía ni conseguirá nada ahora que desaparece, y agradece a todos sus predecesores en la jefatura del gobierno sus desvelos en la lucha contra ETA (entiendo que eso incluye, aunque no lo diga, el intento de todos ellos de negociar con la cúpula etarra o, según Aznar, del Movimiento Nacional de Liberación Vasco). Deduzco que este discurso de Rajoy en TVE responde a los señores atildados de los bonitos jardines y la hermosa casona del pueblo de Francia que he visto en otros canales (también en La Sexta), a los que Rajoy no menciona en ningún momento. Entiendo que los telespectadores tenemos que buscarnos la vida aquí
Los canales de televisión son cada día iconosferas identitarias más y más excluyentes
y allá en el mercado de las imágenes: las iconosferas son cada día más cerradas y excluyentes, tú sabrás en la que eliges meterte, amigo. Entiendo que, cada día más, los canales son como barrios identitarios, unos son esos barrios que nunca visitas, otros son esos barrios en los que te siente como en casa. Pero no esperes que ni uno ni otro barrio vayan a darte un poco de todo, olvídate de eso y búscate la vida.
Siguen las peripecias de los protagonistas de Gipsy Kings (Cuatro, viernes noche), desopilante espectáculo a costa de los imprevisibles miembros de unas familia gitanas españolas, con su voluntarioso concurso a favor del bizarro espectáculo, fundado en sus muchos desconocimientos culturales, geográficos, sociales y emocionales, ignorancia de efectos muy hilarantes para el telespectador integrado. Porque la derrapante comicidad de Gipsy Kings deriva menos de las pautas más o menos forzadas que impone la dirección del programa como de las reacciones impredecibles de los protagonistas gitanos, que vienen a reforzar el prejuicio de que son criaturas puras al margen de toda lógica cartesiana y social, arrebatadas por el duende primitivo y sensorial, por un primigenio delirio artístico, por el desvarío estético y la ignorancia de las más elementales reglas del sentido común, por la atracción del dorado y las purpurinas y el desparpajo ornamental. Y, en la última entrega, por el despiporre: los dos gitanos maduros se han paseado desnudos por la playa para liberarse, lo que aprovecharán sus hijos para chantajearles.