‘Fake news’, verdad y periodismo de paz
Fake news y periodismo de paz. La verdad os hará libres” es el lema del mensaje que el papa Francisco propone para la 52ª Jornada Mundial de las comunicaciones sociales del próximo domingo. Vivimos tiempo de imposición de relatos, a veces con medios indignos, como las falsas noticias (fake news), y conviene reflexionar con serenidad y reaccionar cada uno desde su propia responsabilidad.
En un contexto de comunicación cada vez más veloz e inmersos dentro de un sistema digital, con información masiva y de difícil contrastación, con anónimas reacciones y aportaciones inmediatas, asistimos a este fenómeno de las noticias falsas. Seguramente que el antídoto más eficaz contra el virus de la falsedad es dejarse purificar por la verdad, y previniendo la difusión de las noticias falsas, poner de relieve el valor de la profesión periodística y la responsabilidad personal de cada uno en la comunicación y la difusión de la verdad, a grande o a pequeña escala.
Tendremos que reflexionar sobre lo que hay de falso en las noticias falsas, como podríamos reconocerlas y fiarnos de las palabras de Jesús: “la verdad os hará libres”. Hay un vínculo entre la paz y la noticia verdadera, subraya el Papa, ya que “el mejor antídoto contra las falsedades no son las estrategias, sino las personas, personas que, libres de la codicia, están dispuestas a escuchar y permiten que la verdad emerja a través de la fatiga de un diálogo sincero; personas que, atraídas por el bien, se responsabilizan en el uso del lenguaje”. Y subraya que, en el mundo contemporáneo, el periodista no realiza sólo un trabajo, sino una verdadera y propia vocación o, como él dice, una “misión”.
Informar es formar, es involucrarse en la vida de las personas. por eso la verificación de las fuentes y la custodia de la comunicación son procesos de desarrollo del bien verdaderos y propios, que generan confianza y abren caminos de comunión y de paz. Tenemos que reclamar por todas partes un “periodismo de paz”, que vaya contra las falsedades, los eslóganes efectistas o las declaraciones altisonantes; un periodismo hecho por personas y para personas, y que se entiende como servicio a todos, especialmente aquellos —y son la mayoría en el mundo— que no tienen voz; un periodismo que no queme las noticias, sino que se esfuerce en buscar las causas reales de los conflictos para favorecer la comprensión de sus raíces y su superación a través de la puesta en marcha de procesos virtuosos; un periodismo comprometido en el camino de indicar soluciones alternativas a la escalada del ruido y de la violencia verbal.
El Papa lo resume con una oración, para los informadores y los que utilizamos internet y otros medios: Ser instrumentos de paz. Reconocer el daño que se insinúa en una comunicación que no cree comunión. Sacar el veneno de nuestros juicios y hablar de los otros con estilo de hermandad. Y sobre todo, que nuestras palabras sean semillas de bien para el mundo. Que en vez de ruido, escuchemos, y en lugar de confusión, inspiremos siempre armonía. Sin ambigüedades calculadas, sino con claridad; sin exclusiones sino compartiendo y preparando la solidaridad. En vez de sensacionalismo, sobriedad, planteando interrogantes verdaderos, sin superficialidad, y suscitando confianza en lugar de prejuicios. Se trata de poner respeto donde el peligro es la agresividad y, sobre todo, donde hay falsedad, poner verdad auténtica, sin mentiras ni fake news.
Reclamemos un “periodismo de paz”, contra las falsedades, los eslóganes efectistas o las declaraciones altisonantes