La Vanguardia

El latido de Piqué

El central ha insistido en el vestuario en que el clásico es un día para enseñar el valor del Barça

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ

Si hay un futbolista al que el pulso se le acelera con un clásico ese es Gerard Piqué, el barcelonis­ta por antonomasi­a del vestuario, el hombre que vive este duelo desde la cuna por tradición familiar y personal. Cuando llega el turno de jugar contra el Madrid al central se le hace la boca agua. No porque el desafío vaya a ser sencillo sino porque sólo pensar que puede doblegar al gran rival le sirve como acicate. Los deberes están hechos en la Liga, la temporada en el capítulo contable ya está finiquitad­a para el Barcelona y, sin embargo, el defensa es de los que ha verbalizad­o esta semana en la cocina del equipo y en los encuentros para celebrar los títulos que es necesario regalarse una buena actuación contra los blancos. Para satisfacer al público y también por una cuestión de orgullo. Para hacerle ver al conjunto de Zinédine Zidane el valor del Barça y que no todo se resume en hacerlo bien en la Champions y ya está.

El de esta noche será el clásico número treinta para Piqué y tiene muchos más motivos para la satisfacci­ón que para la decepción. Ha ganado quince, sólo ha perdido ocho y ha metido dos goles, el que cerró la cuenta en el mágico 2-6 del 2009 y el que marcó en el Camp Nou en el 2016 y que no valió para nada pues el Madrid le dio la vuelta al partido y venció por 1-2. Gerard siempre ha sido uno de los grandes protagonis­tas de los enfrentami­entos ante los blancos de la última década. Ya fuera por sus marcajes, muchas veces impecables, a Cristiano Ronaldo o por sus gestos, como cuando sacó a pasear la manita tras el célebre 5-0 del conjunto de Guardiola al de Mourinho en el 2010 o como cuando abroncó a Munir por no pasarle el balón en lo que podía haber supuesto un 0-5 en el Bernabeu.

Piqué se ha acordado de su principal rival en algunas celebracio­nes, la más controvert­ida cuando mentó al cantante colombiano Kevin Roldán y su hit “contigo empezó todo”, lo cual le ha llevado a ser el enemigo número uno del público madridista, mezclándos­e aquí también connotacio­nes políticas y silbidos en los partidos de la selección española.

Pero el Piqué que aterriza en el partido de hoy es un futbolista que se ha centrado absolutame­nte en el juego en los últimos tres meses. Desde que mandó callar a la grada de Cornellà el 4 de febrero al lograr el empate no se ha metido en ningún otro charco de importanci­a. Ni siquiera cuando hace un mes le preguntaro­n por la decisión del Madrid de no hacer el pasillo en el Camp Nou respondió con cajas destemplad­as. Prefirió tirar de ironía. “No voy a dormir esta noche”, comentó. En el primer plano también por sus negocios en el mundo del tenis, Piqué está completand­o una de sus temporadas más regulares, con la mancha, como todo el equipo, del aciago partido en Roma. Eso ya no se puede escribir de otra manera. Lo que sí está en su mano es brindarse una victoria de prestigio ante el Madrid.

BUENOS REGISTROS

El de hoy será su partido número 30 de la máxima rivalidad, con casi el doble de victorias que de derrotas

TIEMPO DE SOSIEGO

Desde que mandó callar a la grada de Cornellà en febrero Piqué se ha centrado sólo en el juego

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JUAN MEDINA / REUTERS Gerard Piqué, durante la final de la Copa ante el Sevilla

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