Cate Blanchett
Las protagonistas de Cannes protestan por el escaso número de películas firmadas por mujeres que proyecta el festival
ACTRIZ
La presidenta del jurado de Cannes se ha encargado de poner en claro las cifras de hombres y mujeres cineastas que han pisado la alfombra del festival a lo largo de su historia para ver proyectado un filme suyo. Un caso flagrante de desigualdad.
La caída en desgracia de Harvey Weinstein, arrastrado por el oprobio de las denuncias de sus víctimas femeninas, con acusaciones de acoso y también de violación, ha sido un terremoto que ha conmovido los cimientos de la industria del cine mundial. Una conmoción cuyo influjo llegaba ayer a Cannes.
El movimiento a favor de la mujer Time’s Up se instaló por la tarde en la escaleras del Gran Palacio del Cine, allí donde acaba la famosa alfombra roja. Cate Blanchett, presidenta del jurado , junto con Agnès Varda, presidía el acto. Ambas frente de 82 cineastas, todas ellas mujeres.
“En estas escaleras nos hemos reunidos 82 mujeres en representación de las directoras que las han subido desde la primera edición de Cannes”, dijo Blanchett. “En el mismo periodo, 1.688 directores han subido estas escaleras. Cannes ha tenido 12 presidentas del jurado a lo largo de su historia”, aseguró Blanchett, que recordó que en sólo dos ocasiones la Palma de Oro ha sido para directoras, para Jane Campion y para Agnès Varda, quien repetía las palabras de Blanchett en francés.
“Las mujeres no son una minoría, aunque los datos de la industria del cine parece que digan otra cosa”, añadió. “Las escaleras de nuestra industria deben de ser accesibles para todos. Subámoslas, pues”, concluyó Blanchett.
Las 82 cineastas se dieron cita antes de la proyección de Les filles du soleil, de la directora francesa Eva Husson, miembro del colectivo 5050 al que también pertenecen la actriz Léa Seydoux, que es jurado de la competición oficial. El acto de ayer, en Cannes, irá seguido mañana lunes de la firma de un documento de compromiso sobre la diversidad y la paridad necesaria del certamen.
Y es que Cannes puede considerarse uno de los lugares favoritos de Weinstein para ejercer su poder y cometer sus fechorías. El escenario agradecido de sus crímenes, si consideramos crimen, como lo es, el intento de violación que, por su parte, Asia Argento sufrió en 1997. Según la actriz italiana, los hechos ocurrieron en una habitación del Hôtel du Cap-Eden-Roc, la residencia de super lujo junto al Mediterráneo en la que el mega roductor se solía alojar cuando venía al festival.
Allí, o en los otros grandes hoteles de Cannes donde siempre era bien recibido, en cócteles o fiestas, en cualquier lado: Weinstein, el príncipe de Cannes. “¿Ha venido Harvey? ¡No! ¡Sí!”, pregunta necesaria
“Las escaleras de nuestra industria deben ser accesibles para todos: subámoslas, pues”, dijo Blanchett
en cualquier sarao del certamen que se preciara. Desde presentación de proyectos y entrega de premios, hasta esos actos caritativos que tanto abundan en el certamen.
Ahora que su influjo se ha desvanecido, y que incluso su recuerdo resulta incriminatorio, Cannes quiere lavar su presencia. Desinfectarse de su recuerdo. Eliminar todo rastro de Weinstein y, de paso, acabar con todo lo que el productor encarna. Por eso, el festival ha tomado varias iniciativas. Una de esa medidas es la manifestación de ayer. Otra, la puesta en marcha de un teléfono para las denuncias de acoso sexual.
“Ha llegado la hora de denunciar en voz alta el acoso y la violencia sexual sin observar ninguna tolerancia”, afirma el Festival de Cannes en un comunicado.
El certamen ha decidido tomar la iniciativa de prevenir este tipo de incidentes y de proteger a las víctimas. Para ello, ha habilitado una línea de teléfono (+33 (0)4 92 99 80 09) dedicada a socorrer a las víctimas femeninas de cualquier agresión física o moral. ¿Será suficiente para limpiar la imagen del certamen?
Pero todavía se mantiene el nivel de angustia –o rabia– por parte de las cineastas que ven su presencia reducida a poco más que el testimonio en la sección competitiva. El año pasado, antes del #MeToo y el Time’s Up, movimientos que ayer tomaron protagonismo en la alfombra roja, tan sólo tres mujeres participaron en la competición: Sofia Coppola, Lynne Ramsay y Naomi Kawase. Este año, con la que está cayendo, de la veintena de filmes en competición, repiten tres nombres de mujer: Nadine Labaki, Eva Husson y Alice Rohrwacher.
Conclusión: nada ha cambiado. Pregunta: ¿Discriminación?
Thierry Frémaux, el delegado general del festival de Cannes, el boss de todo esto, lo tiene claro: “Mi responsabilidad es el cine. No tengo, ni el festival tiene, la legitimidad de hablar sobre las mujeres. La selección de los filmes se realiza en base a criterios artísticos. No respecto a injusticias sociales. Habrá más y más películas dirigidas por mujeres en los sucesivos años porque cada vez hay más mujeres
que quieren dirigir y pueden hacerlo”.
Una opinión que comparte Cate Blanchett. La actriz australiana, presidenta del jurado de este año, prevé un cambio en la situación de la mujer en el cine. Pero no ocurrirá, en su opinión, de la noche a la mañana. “¿Me gustaría ver más cineastas femeninas en Cannes? Por supuesto. ¿Espero que ocurra en el futuro? Seguro. Pero este año es lo que tenemos –tres directoras en competición– y nuestro trabajo, como jurado, es afrontar lo que tenemos delante. Ni más ni menos”, dijo Blanchett en la presentación del jurado de Cannes.
Y mientras las mujeres mostra- ban su descontento con una sonrisa compartida en la escalera del certamen, Christopher Nolan, el director de la saga Batman, recordaba, frente a una audiencia entregada, el filme de Stanley Kubrick
2001: Una odisea en el espacio, del que este año se cumple el cincuenta aniversario de su estreno. Nolan no se corta a la hora de poner ciertas pegas a la forma de plasmar el drama espacial, especialmente en la fase final del filme. Pero defiende con encarnizada pasión –y se siente continuador– la tradición del celuloide y del formato 70 mm. Kubrick rodó 2001 en ese espectacular formato, el mismo que se utiliza en el último filme de Nolan,
Dunkerque, uno de los pocos filmes que ha echado mano del 70 mm en los últimos 25 años.
Pero el acontecimiento cinematográfico del día fue la presentación, fuera de concurso, del filme de animación español Un día más
con vida, basado en la obra homónima de Ryszard Kapuscinski (editado en español por Anagrama). Un emocionante y vital filme, firmado por Raúl de la Fuente y Damien Nenow, que mezcla animación con imágenes reales.
El fondo del drama lo pone la experiencia del periodista polaco en la guerra civil de Angola, cuando los portugueses abandonaron su colonia, allá por los primeros setenta. El filme refleja el drama de la guerra civil que siguió en el marco de la guerra fría, con los dos bloques mundiales enfrentados, cada uno de ellos con sus intereses particulares en el conflicto. Pero sobre todo Un día más con
vida se acerca al trabajo de un reportero de guerra, como era Kapuscinski, desgarrado por el dolor de las víctimas. Frente al dilema ético de ser neutral o tomar partido. Un filme emocionante, en fin, que abrirá debate. Un filme, que sus directores han tardado cuatro años en ver finalizado, pero cuyo resultado final es de los que valen la pena, esos que se ven recompensados con muchos premios.