Hamilton
se pasea en Montmeló ante 91.896 personas
No llegó la reclamada lluvia al Circuit de Barcelona-Catalunya –hasta una hora después de finalizada la prueba–, pero sí que visitó el trazado vallesano un vendaval plateado que barrió la pista y sometió la carrera de principio a fin. Como había insinuado con la pole en la víspera, Lewis Hamilton pasó el rodillo para apuntarse su segunda victoria consecutiva, en Montmeló y este curso, y empezar a distanciarse en el liderato del Mundial. Ya aventaja en 17 puntos a un Sebastian Vettel que sufrió el descalabro táctico de Ferrari.
Llegaba el inglés a Montmeló con un punto de ansiedad, con mal cuerpo y cara desencajada, pese a la anterior victoria en Bakú, lograda con regalo de Vettel y Bottas. La incertidumbre por el rendimiento del coche, tan superior el año pasado, le atenazaba. Necesitaba un fin de semana balsámico, de dominio apabullante, para tranquilizar su espíritu, y en Barcelona lo encontró. Primero, con una pole de vértigo, y en la carrera, con un triunfo insultante: 20,5 segundos le metió a su inmediato perseguidor –su compañero Bottas–. Es la tercera mayor paliza del inglés en sus 44 victorias plateadas.
“Hoy sentí una sinergia con el coche que no había sentido en todo el año”, comentaba Hamilton, con la confianza de disponer de un bólido que ha dado un salto cualitativo respecto a la competencia. Ayer, por ejemplo, Lewis rodaba 4 y 5 décimas por vuelta más rápido que los Ferrari y acabó dejando a Vettel a 27 segundos. El año anterior, sólo a 3,4... Con esta ventaja mecánica, es normal que el inglés acaparase todo el protagonismo en una carrera monótona, de perfil plano, carente esta vez de sorpresas y elementos que alterasen un guion escrito desde la pole.
Sin agua que agitase el orden establecido en la parrilla, pese a los nubarrones negros amenazantes que convertían el paisaje vallesano en Mordor, Hamilton sólo tuvo que preocuparse de imponer su ritmo, mantener la distancia con Vettel y salvar los pequeños imprevistos que surgiesen. Como el tempranero coche de seguridad, en la vuelta 1, a causa de un aparatoso toque en la salida entre Grosjean, Hülkenberg y Gasly, que no tuvo consecuencias significativas. O como el virtual safety car (VSC) en la vuelta 41 por el coche abandonado de Ocon, que pudo haber cambiado el desenlace... pero lo hizo sólo a peor para el de Ferrari.
La jugada de los estrategas de la scuderia, ayer en Montmeló, no pasará a la historia de las genialidades. Después de perder a Räikkönen cuando era cuarto por una avería de motor (vuelta 25) y de tener a Vettel bien instalado en la segunda plaza persiguiendo –de lejos, a casi 13s– a Hamilton, Ferrari aprovechó el VSC para calzar al alemán un nuevo juego de gomas blancas, las medias. No tenía demasiado sentido, faltando todavía 25 vueltas... La operación le supuso ceder dos puestos, a los Red Bull, caer al 4.º y no poder rebasarlos en ningún momento, con peor ritmo.
“Teníamos esperanzas antes de la carrera, pero ni hemos sido suficientemente rápidos ni hemos cuidado igual de bien los neumáticos, por eso hemos necesitado la segunda parada”, justificaba Vettel, que se vio perder seis puntos al ceder dos puestos y descolgarse ya a 17 de Hamilton.
Con ese movimiento táctico fallido de Ferrari, Hamilton incrementó su tranquilidad. Se alejaba la posible amenaza roja y volvía a tener a Bottas de escudero, para frenar una posible aproximación de los Red Bull. Aunque ayer los búfalos rojos no estaban para grandes alegrías. Max Verstappen, tercero con el regalo de Vettel, rompió el alerón delantero en un toque estúpido con el Williams de Sirotkin y no pudo forzar la máquina para acercarse al finlandés,
DOBLETE CON FAVOR DE FERRARI ‘La scuderia’ hizo parar a Vettel dos veces, por lo que cedió la 2.ª plaza y posibilitó el doblete 41 de Mercedes
mientras que Ricciardo, cuarto, se contentaba marcando la mejor vuelta de carrera.
Hamilton afrontaba plácidamente, con 20 segundos de margen, las últimas vueltas. Segunda victoria consecutiva de la temporada, y segunda seguida en el Circuit. Nadie lo lograba desde Michael Schumacher en el 2004. Y doblete número 41 de Mercedes, tan superior como los de su trienio absolutista. En Montmeló llevan cuatro victorias en los últimos cinco años. “Este doblete es muy importante, es muy grande ver cómo el equipo nos lleva a lo más alto”, celebraba Hamilton.