El yihadista del ataque de París recibió asilo en Francia desde la niñez
Azimov, de origen checheno y fichado por la policía, acuchilló a cinco transeúntes
Francia reabre el debate sobre el “terrorismo endógeno” a raíz de que un checheno nacionalizado francés de niño matara a un ciudadano e hiriera a otros cuatro anteanoche en la zona de la Ópera de París, antes de morir por disparos de la policía.
El último ataque yihadista en París, en la noche del sábado, ha vuelto a confrontar a Francia con el llamado “terrorismo endógeno”, con el enemigo interior, y plantea nuevos interrogantes –y polémica política– sobre el control de los radicales sospechosos y, en general, sobre la política de inmigración y asilo, que ahora está en revisión en el Parlamento.
El joven que mató a cuchilladas a un hombre e hirió a otras cuatro personas en el céntrico distrito de la Ópera, antes de que la policía lo abatiera, era de origen checheno, aunque nacionalizado francés de niño, y estaba incluido, desde hacía dos años, en el fichero de extremistas islámicos potencialmente peligrosos.
El terrorista ha sido identificado como Jamzat Azimov, de 20 años. Como suele ocurrir en estos casos, sus padres fueron interrogados ayer por la policía, en busca de detalles sobre la vida de su hijo que ayuden a esclarecer los hechos y a localizar a eventuales cómplices. La impresión inicial es que Azimov actuó solo. Escogió un sábado sobre las ocho y media de la tarde, en un área muy concurrida de París, llena de bares y restaurantes, para abalanzarse sobre las personas que encontró a su paso y atacarlas con un cuchillo de unos diez centímetros de hoja al grito de “Alá es el más grande”, un modus operandi que se ha producido ya en otras ciudades francesas y occidentales. Testigos presenciales indicaron que Azimov no parecía especialmente agitado. Daba la sensación de que efectuaba una misión largamente estudiada, mecánica. Incluso intentó acuchillar a un taxista a través de la ventana del vehículo.
La rápida intervención de la policía evitó que el saldo del ataque fuera más dramático. La víctima mortal fue un hombre de 29 años. De los otros cuatro heridos había una mujer, un hombre de Luxemburgo y otro de nacionalidad china. La vida de los dos heridos graves iniciales ya no corre peligro, según dijo el ministro del Interior, Gérard Collomb. Uno de ellos fue operado con éxito.
Los policías que interceptaron al agresor intentaron en un primer momento reducirlo disparando una pistola Táser (que produce un electrochoque). Este método no funcionó. Azimov amenazaba con matar a los agentes. Estos finalmente dispararon con pistolas de verdad sobre el terrorista, que fue alcanzado a la altura del corazón y quedó tendido en el suelo sin vida.
El Estado Islámico (EI) se atribuyó el ataque, algo habitual pero que deja siempre dudas sobre la auténtica filiación del terrorista. Lo que sí se sabe es que Azimov figuraba desde el 2016 en la lista nacional de radicales musulmanes peligrosos, debido a sus vínculos con grupos y personas con la intención de desplazarse a Siria para participar en la guerra santa. Hace poco más de un año fue interrogado. Es evidente que no debieron considerarle como un peligro inminente, ya que no vigilaban todos sus movimientos.
Azimov llegó a Francia, con sus padres, siendo muy pequeño. Creció primero en Niza y después en un barrio popular de Estrasburgo, Elsau, donde habita una nutrida comunidad chechena, refugiados de la conflictiva república caucásica rusa, de mayoría musulmana. Años después, en el 2004,la familia obtuvo, en un segundo intento, el estatuto de refugiados. La madre se nacionalizó francesa en el 2009 y, un año después, también Jamzat logró el pasaporte francés. En cambio el padre, que estaba separado de la madre, vio rechazada la petición de nacionalidad.
El Frente Nacional (FN, extrema derecha) y Los Republicanos (LR, derecha) criticaron al Gobierno por su laxitud frente al radicalismo islámico. La líder del FN, Marine Le Pen, se preguntó por qué el terrorista y su familia vivían en Francia. “En la guerra contra el terrorismo, las palabras no son suficientes, se necesitan hechos”, dijo en un tuit el líder de LR. A estos reproches contestó el portavoz del Gobierno, Benjamin Griveaux, quien insistió en que “el riesgo cero no existe”.
La policía trató de neutralizar al agresor con una pistola eléctrica, pero luego le dispararon de verdad