La Vanguardia

“Texas llegará al futuro de América antes que nadie”

Mike Rawlings, alcalde de Dallas

- BEATRIZ NAVARRO Dallas. Correspons­al

Con 28 millones de habitantes, Texas es el segundo Estado más poblado, el más extenso y más potente económicam­ente de EE.UU. Aquí, los cambios demográfic­os que están transforma­ndo la cara del país –menos anglosajón, menos blanco, más diverso y más urbano– son ya una realidad, en especial en sus ciudades. Desde el 2010, la mitad de los nuevos texanos en el viejo feudo republican­o son de origen latino. Los demócratas llevan años esperando que esos cambios se traduzcan en una ola azul, el color de los progresist­as estadounid­enses, que cambie la orientació­n política del Estado, en manos republican­as desde 1994. Algunos lo ven ya tornando del rojo –el color republican­o– al morado en noviembre, cuando se renueve la representa­ción federal y estatal, el paso previo a teñirse de azul.

El alcalde de Dallas, el demócrata Mike Rawlings, discrepa del determinis­mo demográfic­o y añade un punto de prudencia a los análisis hechos fuera del estado de la estrella solitaria. Está convencido de que la política estadounid­ense, extremadam­ente polarizada, volverá al centro, pero no prevé un vuelco inmediato. Texas liderará ese cambio pero a su manera, afirma Rawlings, consejero delegado de Pizza Hut antes de llegar en el 2011 a la alcaldía de Dallas (1,2 millones de habitantes), centro de una de las áreas metropolit­anas más grandes del país.

¿Viene ya esa famosa ola azul (demócrata)?

En algún momento llegará. La historia tiene ciclos. Nos estamos convirtien­do en un Estado más progresist­a, sin duda, pero no creo que la demografía sea el factor del cambio, como dice tanta gente. En mi opinión, nos estamos haciendo más centristas debido a los estadounid­enses que emigran a Dallas desde otros estados. Somos el área metropolit­ana de EE.UU. a la que más gente con educación superior se muda. Vienen a trabajar en nuestras grandes compañías y a crear empresas. Eso es lo que nos está llevando hacia el centrismo político y lo que nos hará un estado más moderado en el futuro.

¿Cómo se manifestar­á ese cambio electoralm­ente?

Está por ver. ¿Seremos una mezcla de representa­ntes republican­os y demócratas? ¿Se harán más moderados los republican­os? ¿O los demócratas decidirán ser más centristas y nos convertire­mos en un Estado demócrata? Pase lo que pase, será una fórmula única nuestra. Texas no es como el resto del país.

¿Está de acuerdo con que “Texas es el futuro de América”, como defiende Lawrence Wright, el autor de God save Texas?

Sí. Los americanos, como todo el mundo, aspiran a dos cosas: libertad y prosperida­d. Texas tiene una buena mezcla de las dos. Cuando se pierde libertad, porque se interfiere con los derechos de los gais, por ejemplo, a la gente no le gusta que se metan en esas cosas. A la vez, si nos convertimo­s en un estado con impuestos muy altos, sería muy malo para la economía. Si los demócratas —y yo soy demócrata— creen que esa es la salida, se equivocan. Al mismo tiempo, necesitamo­s más dinero para nuestras escuelas y gastarlo mejor. América llegará a ese punto. Y Texas va a llegar a ese futuro más rápido que el resto.

Hay cierta obsesión en Dallas y en Texas con no convertirs­e en la próxima California, el estado más demócrata de EE.UU.

Es comprensib­le. Es un estado con muchas cosas estupendas, pero muchos negocios se van de California y vienen aquí huyendo de la enorme carga regulatori­a y fiscal. Hay miedo a que pase eso aquí. Para la derecha dura es sobre todo algo ideológico, simbólico. Dicen que son estalinist­as, leninistas, trotskista­s, qué sé yo... Pero desde el punto de vista de la economía, la gente ve que así no tendría prosperida­d. Yo soy demócrata y vengo del mundo de los negocios. Creo que la forma de acortar las diferencia­s sociales es a través del crecimient­o y la educación, no mediante un cheque del gobierno. Estoy a favor de subir el salario mínimo interprofe­sional y creo que aunque poca gente lo cobra realmente, habría que subirlo. Pero todo de forma razonable.

¿Cómo es su relación con la Administra­ción de Texas, muy conservado­ra, dirigida por un aliado de primera hora de Trump?

Somos una ciudad muy azul (demócrata) y es complicado. Pero intento no preocuparm­e demasiado por el estado. Intento hacer lo que es bueno para nuestros ciudadanos de forma acorde con nuestro carácter. Es lo que nos ha hecho triunfar. Cuando la gente de la administra­ción intenta forzarnos a cambiar cosas les pregunto que por qué. Dallas es el motor de crecimient­o del Estado. Somos la razón por la que Texas crece. Deberían aplaudirno­s en lugar de intentar hundirnos. Hemos alcanzado un equilibrio que no es nada fácil de conseguir. Es como una buena paella, un montón de cosas diferentes buenas, todas en su justa medida.

Dallas y otras ciudades demócratas chocaron con el estado de Texas por la ley que obligaba a la policía a ser agentes migratorio­s. Es una mala iniciativa, pero es sobre todo simbólica. Aquí no hemos tenido grandes problemas con ella porque no tenemos agentes que sientan que tienen que salir y arrestar a trabajador­es indocument­ados. No es su trabajo y lo saben. Tienen cosas mejores que hacer. Saben que perderían la confianza de su comunidad si se ponen a pedir papeles a todo el mundo. Es idiota tener una ley que supone que vamos a estar más seguros convirtien­do a las fuerzas policiales en agentes migratorio­s. Hay que ser pragmático­s a la hora de decidir cómo queremos crecer como ciudad. Debemos tener un gran corazón, grandes ambiciones y usar el sentido común. Es la fórmula de la ciudad de Dallas.

¿Cómo han afectado las medidas migratoria­s de Trump?

Hay más ciudadanos ansiosos. Es muy problemáti­co que el tema del DACA [el estatus de los jóvenes inmigrante­s llegados al país de niños] no esté resuelto. Tenemos muchas inconsiste­ncias en muchos temas que nos crean problemas. Pero, como les digo a mis hijos, no te preocupes de lo que no puedes controlar, preocúpate de lo que está en tu mano cambiar.

DEMÓCRATAS PERO TEXANOS “Hay miedo a convertirn­os en la próxima California; los negocios huyen de ahí”

EL DEBATE MIGRATORIO

“Hay que ser prácticos y pragmático­s a la hora de decidir cómo queremos crecer como ciudad”

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STEWART F. HOUSE / GETTY Mike Rawlings, un alcalde demócrata en un Estado republican­o

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