¿“America first” o América sola?
No es, desde luego, el primer presidente que se refugia en la política exterior para compensar la frustración derivada de la dificultad de sacar adelante un programa de política interior. A pesar de contar con mayorías de su teórico partido en ambas cámaras del Congreso, Donald Trump apenas ha conseguido logros legislativos trascendentes, al margen de la reforma fiscal aprobada a finales del 2017 y la ratificación por parte del Senado del ultraconservador juez Neil Gorsuch como miembro del Tribunal Supremo. Este último hecho es de especial importancia, puesto que estos nombramientos tienen carácter vitalicio, con lo que las decisiones de los togados trascienden los mandatos presidenciales para afectar en ocasiones a toda una generación. En estos momentos hay tres miembros del alto tribunal que superan los 80 años, por lo que no es difícil que Trump pueda designar quién cubre las posibles vacantes e influir así de manera decisiva en el futuro constitucional del país.
Lamentablemente, el balance de la política exterior de la Administración Trump es demoledor. En apenas año y medio ha descabalgado a su país del acuerdo de París sobre cambio climático, parece decidido a emprender una guerra comercial global, anda a la greña con el vecino geográfico del norte y mucho más con el del sur y ha ninguneado sistemáticamente a la Unión Europea y a la Alianza Atlántica. Por si fuera poco, y en lo que hasta el momento es la guinda suprema de la temeridad, se ha retirado del acuerdo sobre la desnuclearización de Irán que tanto costó pergeñar, echando más gasolina en una zona del mundo particularmente inflamable. Hoy, su hija Ivanka y su yerno y consejero Jared Kushner asistirán a la apertura de la embajada en Jerusalén. Trump, que en diciembre reconoció la ciudad como capital de Israel, ya no prioriza la creación de un Estado palestino.
Con los tres líderes a este lado del Atlántico cuyos apellidos comienzan por m –Merkel, Macron y May–, Trump mantiene relaciones atípicas. Como no es un hombre particularmente dotado para la psicología y sí muy sensible a la adulación, se deja llevar por las filias y fobias más primarias: la canciller alemana le cae mal sin más, el presidente francés le cae mejor porque le recibió en París a cuerpo de rey y porque le hace indisimuladamente la pelota, mientras que a la desdichada primera ministra británica, con la que en teoría debería mantener mayor afinidad ideológica, la somete a continuos desplantes e impertinencias.
Al no haberse leído un libro en su vida ni los documentos que le preparaba su staff –que ya ha tirado la toalla al respecto–, el presidente de la mayor potencia militar del mundo recibe información
Trump, muy sensible a la adulación, se deja llevar por las filias y fobias más primarias en sus relaciones
Ivanka Trump y Jared Kushner asisten hoy en Jerusalén a la apertura de la nueva embajada de Estados Unidos
de carácter casi exclusivamente oral o por televisión, mostrando una peligrosa tendencia a quedarse con la opinión del último interlocutor con el que ha despachado. Para mayor alarma, acaba de nombrar asesor de Seguridad Nacional a John Bolton, de quien se dice que no hay guerra a la que haga ascos, y secretario de Estado a Mike Pompeo, otro halcón no particularmente dotado para la diplomacia.
En definitiva, habrá que estar muy atentos a qué puede dar de sí la cumbre en Singapur del próximo 12 de junio con el presidente norcoreano, Kim Jong Un, tan imprevisible como él pero obviamente comprable. El caso es que China no es comprable y Trump está obsesionado con elgigante asiático, cuyo presidente, Xi Jinping, al menos de momento, parece mostrar una prudencia de la que carece el inquilino de la Casa Blanca.