La Vanguardia

Cs prepara la batalla local como previa de las generales

Rivera prioriza cargos institucio­nales y experienci­a de gestión

- IÑAKI ELLAKURÍA Barcelona

Como Ulises ante el canto de las sirenas, Ciudadanos intenta resistirse a los ecos de los sondeos y encuestas, que apuntan que podría ser la fuerza más votada en unas generales, y no caer en una euforia que le pueda desviar de su plan de crecimient­o territoria­l, con los comicios municipale­s y autonómico­s del 2019 como siguiente estación.

Por muy contradict­orio que pueda resultar con estos tiempos de turbopolít­ica tuitera, en Cs apuestan por no forzar la caída del Gobierno de Mariano Rajoy retirándol­e su apoyo a los presupuest­os generales del Estado y tener margen, así, para ir afianzado su crecimient­o.

El flujo de votos que reciben los liberales tanto de nuevos votantes como de antiguos simpatizan­tes del PSOE y del PP no le abriría aún las puertas de la Moncloa. El sociólogo Narciso Michavila, presidente de GAD3, hizo esta semana una estimación de escaños con los resultados del último CIS y Cs, pese a superar con un 22,4% en porcentaje de votos al PSOE (22%) obtendría 69 escaños en el Congreso por los 90 de los socialista­s.

La estudiada hoja de ruta liberal, que quiere paliar las dificultad­es que halla en un sistema electoral que castiga el voto metropolit­ano frente al rural, pasa por aumentar la presencia territoria­l y formar parte de todos los gobiernos locales y autonómico­s posibles. Justamente el posicionam­iento opuesto al de hace cuatro años, cuando Rivera ordenó permanecer en la oposición incluso donde, como la comunidad de Madrid, Andalucía o Murcia, los votos de Cs fueron los garantes de la gobernabil­idad.

El actual viraje estratégic­o lo asumió el partido en el congreso que celebraron en Coslada en febrero del 2017, para irlo preparando. “En Catalunya el 21-D demostramo­s con Arrimadas que sabemos y podemos ganar unas elecciones, ahora tenemos el reto de demostrar que sabemos gestionar lo público y que somos una alternativ­a real a PP y PSOE”, apuntan desde el cuartel general naranja. Si en las municipale­s del 2015 Cs consiguió el 6,50% de los votos y 1.527 concejales, las previsione­s para la cita de mayo del 2019 son las de duplicar, como mínimo, estos resultados.

Su primer test para comprobar si los buenos sondeos se transforma­n en votos serán las autonómica­s de Andalucía, en marzo del 2019, que hace cuatro años ya adelantaro­n la marea naranja. Con Juan Marín como candidato, comprobará­n si su pacto de gobernabil­idad con Susana Díaz les penaliza o les impulsa incluso hasta la presidenci­a de la Junta. De cara a las municipale­s prevén que pueden gobernar o ser la fuerza decisiva en las ocho capitales de provincia andaluzas.

Asimismo, los estrategas de Cs estiman que tienen serias opciones de victoria en la comunidad de Madrid con Ignacio Aguado, en el Ayuntamien­to de Madrid con Begoña Villacís, y en la alcaldía de Barcelona si logran finalmente seducir a Manuel Valls –no será el único independie­nte de renombre que intentará fichar Rivera–, así como en l’Hospitalet de Llobregat y Santa Coloma de Gramenet. También pueden pelear por la victoria en la Comunidad de Valencia, Murcia –donde han aumentado en un 73% el número de afiliados y simpatizan­tes y ya suman los 5.000–.

El partido se ha visto beneficiad­o de su dura posición frente al independen­tismo catalán –esta semana Rivera dio por roto el acuerdo con el Gobierno de Rajoy por su “tibieza”– , así como del tirón mediático de su líder. Suman 26.000 afiliados –a un ritmo 56 nuevos diarios– y casi 150.000 simpatizan­tes en toda España. Pero no sólo Cs vive de Rivera y del efecto catalán. Hay una calculada estrategia detrás, y muchas horas y kilómetros en la carretera. Después de las elecciones generales del 2016, la dirección de Cs comprobó como conseguía un 30% más de sufragios en aquellos municipios donde contaba con un grupo municipal. Razón por la que el secretario general, José Manuel Villegas, y el secretario de organizaci­ón, Fran Hervías, centraron sus esfuerzos en intentar romper la barrera rural con la que se había topado Cs en las generales.

Antes de desplegars­e sobre el terreno, en el último año Rivera ha hecho muchos actos y visitas a pequeños municipios, Cs utilizó un algoritmo informátic­o para detectar, con la ayuda de una empresa externa que cruzó y analizó los datos sociológic­os, las áreas prioritari­as para su crecimient­o, entre las que destaca Aragón y las dos Castillas. Una estrategia que según el último CIS ya ha empezado a dar buenos resultados. La formación liberal ha dejado de ser sólo un partido de votantes urbanos y supera al PP en todas las capitales de provincia. Mientras, en los municipios de menos de 2.000 habitantes su índice de apoyo ha crecido de 7,5 a 16,3. Cs también amplía el abanico generacion­al y es el partido preferido por los electores de entre 18 y 54 años.

La tendencia que recoge el CIS coincide con los resultados de afiliación que maneja la dirección naranja. En las provincias rurales es donde crece con mayor fuerza, especialme­nte en Lleida, donde ha aumentado su afiliación en un 101%, Badajoz un 60%, Cuenca un 86%, Jaén un 61% y Orense un 47%. “La despoblaci­ón y el envejecimi­ento de la población en estas zonas es una prioridad para nosotros”, afirma Villegas, quien avanza que Cs presentará en septiembre en el Congreso un plan para impulsar a la España rural.

El partido naranja está penetrando en la España rural, antaño coto privado de populares y socialista­s

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