La Vanguardia

¿Vuelta a empezar?

- Josep Miró i Ardèvol

Quién recuerda los primeros años del procés y las masivas manifestac­iones por el Onze de Setembre? Catalunya quería aportar una lección de convivenci­a construyen­do grandes mayorías democrátic­as. Muchos acudimos. Derecho a decidir sí, y al menos con el 60% de los votos, decían. Después, a medida que todo se envaraba y ni siquiera se llegaba a la barrera del 50%, el discurso cambió. Con una pírrica mayoría parlamenta­ria se podía derogar el Estatut, hacer la ley del Referéndum (que exigían mayorías cualificad­as de acuerdo con las normas catalanas) y proclamar y desproclam­ar la república. El resultado ha sido la degradació­n de nuestras institucio­nes que tanto nos ha costado recuperar, y que responden a una larga trayectori­a histórica patrimonio de todos, también de los que han muerto por ellas. Pero no valen nada; son “autonomism­o”, una autodestru­ctiva descalific­ación. A Companys lo fusilaron por ser presidente de la Generalita­t; autonómica, of course. ¿Hay que hacer tabla rasa del autogobier­no en nombre de una independen­cia unilateral fracasada, rotundamen­te fracasada? “¡Porqué no nos han dejado!”. ¿Y qué pensaban? ¿No sabíamos todos de la oposición del Estado, como cualquier otro de Europa que se enfrente a un proceso unilateral? “Referéndum o referéndum”, decía Puigdemont y nos llevaron contra el muro. “¡Es que no quieren pactar!”. Como sí hizo el Reino Unido. ¡Por supuesto! Más de 25 años después de que el Partido Nacionalis­ta Escocés lo llevara en su programa. Aquí lo querían en 18 meses.

Y ahora han tardado cinco meses en hacer un gobierno bajo el discurso de la legitimida­d de Puigdemont, a pesar de la parálisis del 155 y las personas en la cárcel: si aceptaron las elecciones del 155, debían acatar lo que significab­a. No vale aceptar el 155 para unas cosas, y negarlo para otras. Cuando Puigdemont se presentó, aceptaba que ya no era presidente. Tenía una alternativ­a coherente con la legitimida­d: el boicot electoral, pero ay, era necesario el comedero, y esta vía significab­a perder la capacidad de decidir sobre miles de puestos de trabajo, millones de euros, y el control de TV3 y Catalunya Ràdio.

Basta de vetar en el Parlament comisiones para esclarecer el presunto seguimient­o de periodista­s y políticos, de apoyar la violencia de los CDR, ya está bien de liquidar el legado de la Generalita­t y degradar las institucio­nes. No esperéis más y rectificad. Por el bien de todos, también el vuestro.

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