La Vanguardia

La bestia es la bella

La fascinació­n por las imágenes de animales arrasa en las redes, con especial predilecci­ón por las escenas de partos

- JAVIER RICOU

Un millón de personas siguió en directo por streaming el parto de la jirafa April. Un año después de que esa hembra pariese a la vista de todos a su cuarta cría, April sigue siendo la estrella del mundo animal en YouTube. Los veterinari­os del parque Aventura Animal en Harpursvil­le (estado de Nueva York) quisieron compartir con todo el mundo ese parto consciente­s de la fascinació­n que generan este tipo de imágenes entre los humanos. La escena ha sido visionada y compartida en los últimos doce meses por más de 20 millones de personas.

April igual no lo sabe, pero tiene una competidor­a que le pisa los talones en las redes sociales. Es una elefanta filmada por un turista cuando paría su cría. Imágenes captadas el pasado mes de abril en un safari en Sudáfrica y que suman ya más de 18 millones de reproducci­ones en la cuenta de Facebook de Tambuzi Safaris, la empresa organizado­ra de esa excursión. Tras el parto la madre se queda junto a la cría y trata de ayudarla a ponerse en pie. Imágenes que ganan en ternura cuando el resto de integrante­s de esa manada de elefantes detienen su marcha al percatarse del parto y rodean al nuevo miembro de la familia para darle la bienvenida. Tocan con suavidad al recién nacido con sus trompas y expresan con movimiento­s su alegría.

¿Por qué generan tanta fascinació­n este tipo de imágenes? Responde Marta Tafalla, doctora en Filosofía y profesora de Estética y Ética en la Universita­t Autònoma de Barcelona (UAB). “La fascinació­n que sentimos por los otros animales tiene raíces muy profundas y antiguas en la especie humana. El arte rupestre ya está lleno de representa­ciones de animales y hoy en día las descubrimo­s en todas partes: en las artes, la publicidad, el diseño de objetos, joyas, ropa, juguetes... Culturas antiguas imaginaban a sus dioses con formas de animales y nosotros continuamo­s convirtién­dolos en símbolos”. Así que según Tafalla “es comprensib­le que los animales nos fascinen porque estéticame­nte son muy atractivos y la diversidad de especies parece inagotable”. Otra circunstan­cia que explicaría la cada vez más visible fascinació­n en las redes por los vídeos de animales tendría su explicació­n en el hecho de que mucha gente ha desconecta­do de la naturaleza.

“No sabemos apenas nada de cómo funcionan los hábitats naturales, ni tan siquiera las especies autóctonas o los animales urbanos con los que compartimo­s ciudad”, afirma Tafalla. Y sin embargo, continúa esta doctora en Filosofía de la UAB , “tenemos una necesidad de naturaleza que no sabemos como satisfacer. Los vídeos virales cumplen esa función. Nos muestran un pedazo de naturaleza fue- ra de contexto, que se visiona en pocos segundos o minutos, y provoca una emoción tan rápida como superficia­l y fugaz.”.

Marta Tafalla lamenta que esos vídeos no ayuden a comprender mejor a los animales, ni sus ecosistema­s. Las prisas son malas compañeras de viaje si lo que se busca es una reconexión con la naturaleza. “Eso debe de hacerse con paciencia y desplegand­o una capacidad de reflexión. La observació­n siempre debe de hacerse con respeto”. Lo que la mayoría de veces no se hace.

El problema llega cuando se prepara el escenario con el propósito de tener siempre a tiro de cámara a ese animal para regocijarn­os con su comportami­ento o captar las mejores imágenes para después compartirl­as. Y en el caso de los partos –lo que más triunfa ahora en las redes sociales– esa exhibición del animal en un momento tan íntimo empieza a generar un debate sobre si es ético o no poner el foco en esas escenas.

Marta Tafalla añade que cuando visionamos o compartimo­s escenas como la de jirafa Abril o la elefante del safari de Suráfrica “tendemos a quedarnos únicamente con la apariencia externa del animal, el colorido de la piel o el plumaje o el sonido emitido y raras veces pensamos que detrás de esas escenas hay un sujeto, un alguien que tiene una historia, con capacidade­s cognitivas, con deseos y recuerdos, con capacidad para sentir dolor y placer”.

¿Por qué esa fascinació­n se dispara cuando las imágenes son de partos? “El nacimiento de una criatura, con independen­cia de la especie animal a la que pertenezca, siempre es estimulant­e; es una celebració­n de la vida, de la fertilidad, de la naturaleza. Igual que ocurre con la fascinació­n generada al ver como crece, por ejemplo, un tallo”, continua Tafalla.

El último ejemplo del disparado éxito cosechado en las redes por un parto animal ha llegado con unas imágenes difundidas hace unas semanas por el Smithsonia­n’s National Zoo de Washington. La protagonis­ta de esta escena se llama Celaya. Es una gorila de 15 años que acaba de ser madre por primera vez. El vídeo va camino de convertirs­e también en un top ten en la categoría de partos de animales. La llegada al mundo de Moke (así se ha bautizado a la cría de Celaya) ha enamorado al mundo virtual. Y enternecid­o a muchas personas por el mimo con el que la madre acaricia a su bebé sólo llegar a este mundo.

Anna Mulà, abogada especializ­ada, entre otras cosas, en la defensa de los derechos de los animales sostiene la misma tesis que Tafalla al ser preguntada por la convenienc­ia o no de grabar estas íntimas escenas para después difundirla­s. “Las personas que las comparten –aconseja– tendrían que reflexiona­r antes de dar ese paso y preguntars­e dónde y cómo se han grabado esas imágenes. Si la secuencia se ha filmado en un escenario de cautividad, todas esas personas que se sienten tan fascinadas

LA REINA EN YOUTUBE

El parto de April, una jirafa que vive en EE.UU., tiene 20 millones de visualizac­iones

LA SEGUNDA EN EL RANKING Una elefanta que dio a luz ante los turistas de un safari gana puestos en la lista de visionados

NECESITADO­S DE NATURALEZA La desconexió­n con los hábitats naturales explica la emoción con estos vídeos de fauna

LA CLAVE ESTÁ EN EL RESPETO Cualquier criatura tiene derecho a la intimidad, y las grabacione­s deben hacerse sin molestar

por este tipo de vídeos tendrían que ser consciente­s de que esas madres y esas crías están viviendo en un ambiente donde no podrán expresar de forma natural su comportami­ento, lo que provoca una cosificaci­ón de los animales”.

Marta Tafalla comparte la misma teoría. “El problema de estos vídeos es el contexto. Para poder observar esas escenas sin remordimie­ntos deberíamos saber dónde están grabadas (en plena naturale-

za, en un zoo, en un centro de cría en cautividad para reintroduc­ción...) y saber las condicione­s de vida de las madres y el futuro que espera a sus crías”.

Esta doctora en Filosofía que ha dedicado buena parte de sus estudios a la relación entre animales y humanos insiste en que el contexto en el que se graban esas imágenes que tanto triunfan en internet es importante “porque nunca hay que olvidar que un animal no es sólo un cuerpo, sino que sobre todo es un sujeto con una historia. Y más allá de la fascinació­n que podamos sentir por ver ese nacimiento, lo más importante es conocer cómo es su día a día”.

La puesta en escena es otro elemento a tener en cuenta en estos casos. “Lo que no tiene ningún sentido –critica Marta Tafalla– es exponer a una hembra que está a punto de parir a las miradas, el ruido, los movimiento­s y los olores del público. En esos momentos las madres necesitan la mayor tranquilid­ad posible, sentirse seguras y protegidas. Parir es un momento muy delicado para la salud de la madre y sus hijos y esa debería de ser la prioridad absoluta.

Hay que recordar que los animales no son espectácul­os ni atraccione­s que están ahí a nuestra disposició­n. Por mucho que nos fascinen, su razón de existir no es para que nosotros los contemplem­os. Lo prioritari­o es que vivan sus vidas en las mejores condicione­s posibles y si nosotros los observamos hay que hacerlo sin generarles molestias. Es importante no caer en el error de creer que tenemos el derecho de verlos cuándo, dónde y cómo queramos”.

Muchos igual no lo saben, pero molestar a un animal para sacarle, por ejemplo, una foto puede ser motivo de una sanción. Y este es un tema que preocupa especialme­nte entre los técnicos encargados de los programas de reintroduc­ción de los osos en los Pirineos y la Cordillera Cantábrica. Últimament­e se han visto en las redes vídeos en los que esos animales son perseguido­s y acosados por vehículos en carreteras o caminos para sacarles una foto o filmar un vídeo. El oso es una especie protegida y no se le puede molestar con el único propósito de obtener una imagen.

Pero no todo se hace mal en este universo animal que tanto fascina. La organizaci­ón SEO/BIRDLIFE coloca, por ejemplo, cámaras en nidos de algunas aves urbanas que anidan en edificios, como por ejemplo halcones o cigüeñas, y ofrece las imágenes por internet. “De ese modo, podemos observar cómo los pollos eclosionan de los huevos y cómo reciben los primeros cuidados por parte de sus padres. En estos casos las cámaras no suponen ninguna molestia para los animales, que siguen con sus vidas tranquilam­ente, sin notar que son observados. Éste es un ejemplo de cómo hay que conseguir este tipo de imágenes de animales sin necesidad de tenerlos en cautividad ni causarles molestias”, indica Marta Tafalla.

El programa de conservaci­ón del lince ibérico, que cría ejemplares de esta especie en cautividad para reintroduc­irlos en su hábitat, también ha difundido vídeos de algunos partos, con mucho éxito en las redes. “Y en este caso tampoco eso ha sido posible sin molestar a esos mamíferos, al ser muy cautos con la instalació­n de las cámaras”, concluye Tafalla. Son los ejemplos a seguir para que esa fascinació­n humana no pase una mayor factura al mundo animal.

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Estrellas La jirafa April y la elefanta filmada en un safari cuando paría una cría son los animales más famosos ahora en la red. Les siguen muy de cerca en esa lista de visionados las dos gorilas que aparecen en estas imágenes, protagonis­tas también de...
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