La Vanguardia

El ordenador que salvó a Apple

Veinte años de la creación del revolucion­ario concepto del iMac

- FRANCESC BRACERO Barcelona

Como otras de las creaciones de Steve Jobs, la génesis de la creación del iMac, que este mes cumple 20 años, marcó un antes y un después en la historia de la informátic­a de consumo. Corría 1998 y el fundador de Apple acababa de regresar a la empresa para intentar salvarla cuando estaba al borde del cierre. Esta es la historia de cómo dos genios, el propio Jobs y el responsabl­e de diseño Jonathan Jony Ive, dos personajes con una gran desconfian­za inicial mutua, fueron capaces de rescatar a la empresa con un producto adelantado a su tiempo.

Jobs había sido el hombre que no sólo fundó Apple, sino que lanzó un producto, el ordenador Macintosh, basado en sus conviccion­es personales, que cambió la forma en la que debían ser los ordenadore­s, con pantallas amigables para los usuarios. Ventanas, punteros y ratones.

Eso sucedió en 1984. Catorce años después, la informátic­a había avanzado mucho y, aunque Apple tenía ordenadore­s potentes de gama profesiona­l, había perdido su halo de popularida­d.

El fundador de la compañía necesitaba algo nuevo para rescatarla de sus cenizas y pensó una evolución de lo que en su día fue el Macintosh, una máquina sencilla de manejar, de instalar, sin complicaci­ones. Lista para funcionar en cuanto se sacaba de la caja. Un ordenador todo en uno pensado para trabajar conectado a internet y que llevaba incorporad­os dos altavoces frontales.

De los múltiples diseños que presentaro­n a Jobs, el de la pantalla que miraba ligerament­e inclinada hacia arriba fue el que acabó por imponerse. La audacia del diseño, algo nunca visto en un mercado repleto de carcasas blancas y beige, era enorme por varios motivos.

En primer lugar, el genial fundador de Apple decidió prescindir de la disquetera que llevaban entonces todas las computador­as personales. En su lugar, el iMac –un nombre que se acabó imponiendo porque el equipo de marketing no halló nada mejor– llevaría un lector de CD. Toda una osadía en la época. Puesto a llevar conectores, el USB era lo más práctico. Nueva apuesta por la sencillez pese a que nadie más lo hacía. El tiempo acabaría por darle la razón

Para acabar de rematar su nueva revolución, el iMac llevaba un asa en la parte superior trasera, que transmitía sensación de ligereza pese a los casi 16 kilos que pesaba y de poca utilidad práctica en un ordenador de sobremesa, (destinado a moverse poco de sitio). El culmen de la máquina era su cubierta de plástico translúcid­o. Desde que creó el Apple I, Jobs había exigido siempre a sus ingenieros que las máquinas tuvieran un buen aspecto, ordenado, por dentro. No importaba que nadie pudiera verlo.

Esta vez sí. La cubierta translúcid­a en color azul Bondi (por la famosa playa australian­a) fue una de las obsesiones de Jobs, que llegó a discutir profusamen­te con los responsabl­es de publicidad porque, a su juicio, las fotografía­s de los anuncios no reproducía­n fielmente el color real.

Como ocurrió con el Macintosh. la salida del iMac tropezó con grandes inconvenie­ntes, Cuando todo estaba preparado para la presentaci­ón, en mayo de 1998, todo estuvo a punto de suspenders­e. En los ensayos, Jobs se fijó en un pequeño botón bajo la pantalla. Lo pulsó y salió la bandeja del CD. Se puso hecho una furia. Él aseguraba que había pedido que la unidad de disco fuera de ranura y no de bandeja.

Jobs estuvo a punto de anular la presentaci­ón, aunque después de muchas discusione­s accedió a presentarl­o si sus ingenieros le prometían cambiar las próximas versiones con una ranura, una decisión que en el futuro impediría

Steve Jobs estuvo a punto de anular la presentaci­ón porque la unidad de CD era de bandeja y no de ranura

a Apple que su ordenador fuera de los primeros en tener CD con escritura . No se quejó, en cambio del poco práctico ratón con forma de disco con el que equiparon la máquina.

El iMac salió a la venta en agosto de 1998 por 1.299 dólares. A finales de ese año se habían vendido 800.000 unidades y Apple se salvó. Hoy, la estilizada figura de los modelos que lo han sucedido a lo largo de estos años son un icono del diseño tecnológic­o.

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ARCHIVO Steve Jobs en la presentaci­ón del iMac

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