Cautivos de la belleza
Radu Lupu Lugar y fecha: Palau 100 Piano, Palau de la Música (10/V/2018)
Un recital inolvidable,este de Radu Lupu. Hacía tiempo que no habíamos podido escuchar al gran intérprete de referencia que fue años atrás, hasta que esta gran conjunción con Schubert nos devolvió al maestro. Un músico especialmente afín a estas estéticas vienesas que desde Mozart conectan con el romanticismo –pleno aún de espíritu clásico– de Schubert. Las versiones de las Sonatas en La menor y en La mayor fueron antológicas, y enormemente sugerentes para la reflexión, además del goce de su audición. Lupu en estado natural, dispuesto a transmitir desde su interioridad la palabra de Schubert. Porque si algo tuvo de relevante la interpretación de ambas obras fue, además de la naturalidad, la impresión de que había allí un intérprete con personalidad tal que nunca se sobrepuso –en técnica por ejemplo como hacen algunos– al discurso que tenía entre manos. Un Schubert claro, que parecía expresarse a través de este pianista que sin duda encarnó el espíritu del compositor con respeto y con proyección artística.
Schubert nunca dispuso de grandes auditorios y muchas de sus obras no fueron conocidas y escuchadas en vida; una vida marcada por la brevedad, por una tristeza existencial que a través del artista llega a la belleza expresiva y expansiva. Si bien los Momentos musicales op. 94 que abrieron el programa dejaron ver cierta indecisión y alguna falta de continuidad, como si el pensamiento del intérprete mediara en el discurso, pronto dominó la naturalidad, la expresión llana, sin excesos, pero nunca superficial. Y esos momentos musicales se transformaron en momentos vitales en la Sonata en La menor op. 143, subrayando los tonos grises bajos del comienzo y marcando el carácter de marcha inexorable, con dinámicas que abundaban en la expresión introspectiva –fiel intérprete de los sentimientos del compositor– y en pequeños juegos contrastados.
Y cuando llegó en la segunda parte la Sonata n.º 20, del último año de vida, Lupu –que vino a subrayar aquello de bello que tiene el tránsito de la vida en la mirada de Schubert– articuló una sensible gama de sonoridades, netas o veladas, y efectos en el tempo junto a planos diferenciados en sonoridad manifestados en las dos manos, contrastes, dinámicas, y riqueza tímbrica y color en los stacatti. En suma, una introspección que llegó a lo emotivo en el Andantino y que durante toda la obra mantuvo al atentísimo público inmóvil cautivado por su discurso. Un maestro.