Sin cinturón de seguridad
El Barça ha recibido tres goles más en las últimas 8 jornadas que en las primeras 29
Cuando la mayoría de los futbolistas del Barça se marcharon con sus selecciones para el último parón internacional, el equipo azulgrana, líder intratable, sólo había encajado 13 goles en 29 jornadas de Liga. Pero desde entonces el Barcelona ha perdido el equilibrio que tan buenos réditos le había dado y se ha desabrochado el cinturón de seguridad. En los últimos ocho partidos del campeonato el Barcelona ha recibido 16 tantos, estropeando sus registros defensivos. Si antes de este tramo sólo el Celta y la Real Sociedad habían perforado la portería de Ter Stegen en más de una ocasión, en la actual coyuntura hasta cuatro equipos (el Sevilla, el Celta de nuevo, el Deportivo y el Madrid) le han metido dos goles al Barcelona y el Levante se convirtió ayer en el primero en hacerle cinco en toda la temporada. De hecho, desde el 2003 en el campo del Málaga que al Barça no le marcaban cinco tantos en un encuentro de Liga.
Es más, desde el partido del Sánchez Pizjuán del 31 de marzo el equipo de Valverde no ha dejado su portería a cero. Y así, cada vez se hacía más difícil mantener la racha de invicto. Esa serie formidable se detuvo anoche tras 43 jornadas sin perder. Del 8 de abril del 2017 en Málaga al 13 de mayo del 2018 en València. 400 días después el Barça mordió el polvo en la Liga y no lo hizo de una manera normal, sino en un partido estrambótico. No es grave porque el título ya estaba en el Museu pero sí que le sabe mal al barcelonismo porque su equipo se ha quedado muy cerquita de ser el campeón invencible.
Si no ha sido así buena parte de culpa la tiene el déficit de su sistema defensivo. Con la Liga muy a favor de obra lo primero que perdió el Barça fue solvencia, capacidad de sacrificio sin balón, voluntad de morder al rival para recuperar la pelota. Ni siquiera los relevos introducidos por Valverde han valido para recobrar ese repliegue eficaz que le sirvió al líder para reinventarse y recogerse en un 4-4-2 tras la marcha de Neymar. Al contrario, anoche Vermaelen, hasta que se lesionó, y un Yerry Mina perdido sufrieron mucho ante la movilidad de un desmelenado Boateng y de Morales. Aunque el descenso de rendimiento de Umtiti también ha afectado en esta fase a la pérdida de contundencia defensiva.
Pero no es una cuestión sólo de los hombres de atrás sino de todo el equipo, que se ha descosido en esas tareas menos agradecidas. Sólo así se explica que en el primer minuto de la segunda mitad el Levante se plantara en la frontal del área para ampliar su diferencia. Eso, a un equipo metido y concentrado en cuerpo y alma, no le pasa. Como tampoco le ocurre que le metan otro dos a renglón seguido. La puesta en escena barcelonista en la reanudación fue lamentable para desespero de Ter Stegen y Valverde en unas imágenes que recordaron la impotencia de Roma.
No estaba Messi, pero metiendo cuatro goles a domicilio, lo que realmente se echó de menos fue que el sistema no se convirtiera en un pasillo para el Levante.
UN DESPROPÓSITO
Hacía 15 años, desde el 2003 en Málaga, que el Barcelona no encajaba cinco goles en un partido de Liga