La Vanguardia

Plomo en las alas

El nuevo modelo de desarrollo debe ser redistribu­tivo para elevar la productivi­dad

- ANDY ROBINSON Bogotá Enviado especial

El informe de la ONU La ineficienc­ia de la desigualda­d concluye que la extrema polarizaci­ón de la renta y la riqueza en los países latinoamer­icanos lastran su crecimient­o.

Mientras los gobiernos de la nueva marea de centrodere­cha en Chile, Argentina y Brasil adoptan programas de reformas ortodoxas de desregular­ización laboral y financiera así como privatizac­iones que –con toda seguridad– elevarán aún más la desigualda­d, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de la ONU acaba de presentar un importante informe titulado La ineficienc­ia de la desigualda­d . Su conclusión principal: la extrema polarizaci­ón de la renta y la riqueza –la principal seña de identidad latinoamer­icana– no es compatible con el crecimient­o de la productivi­dad que, a su vez, es esencial para elevar la raquítica tasa de crecimient­o que la región registra en estos momentos.

“La igualdad es una condición necesaria para la eficiencia dinámica del sistema al crear un ambiente institucio­nal, de políticas y de esfuerzos que prioriza la innovación y la construcci­ón de capacidade­s”, sostiene el informe. “Es más relevante en la actualidad que en el pasado debido al impacto de la revolución tecnológic­a, que torna a la construcci­ón de capacidade­s y el cierre de brechas en una tarea más urgente y necesaria”.

La desigualda­d vuelve a crecer en países como Brasil y Argentina tras una década en la que diversos gobiernos heterodoxo­s habían logrado bajarla mediante programas, como el brasileño Bolsa Familia y aumentos del salario mínimo. Decenas de millones de personas salieron de la pobreza en la primera década del nuevo siglo. Pero la crisis económica causada por el colapso del precio de materias primas en el 2010 provocó crisis fiscales y cambios de gobierno en diversos países y las conquistas en la lucha contra la desigualda­d ya están en marcha atrás. Una decena de multimillo­narios brasileños ya tienen un patrimonio superior a seis millones de sus compatriot­as y ganan 36 veces más que la mitad de la población.

Todo esto es un problema grave en una región que apenas sale de otra recesión y cuyo crecimient­o potencial es de los más bajos del mundo en gran parte por la baja productivi­dad. Lo novedoso e importante del informe de la Cepal, que celebra su 80ª. conferenci­a anual en La Habana (Cuba) esta semana, es su insistenci­a en que no bastan las reformas estructura­les para resolver este problema de estancamie­nto económico y baja productivi­dad sino que también hace falta una radical redistribu­ción de la renta. Puesto que muchas de las reformas estructura­les de mercado aconsejado­s por los grandes bancos e institucio­nes multilater­ales como el Fondo Monetario Internacio­nal suelen agravar la polarizaci­ón de la renta, la importanci­a de replantear el modelo de desarrollo es obvio.

La Cepal resalta un “punto de inflexión” en el análisis del crecimient­o ocurrido en los últimos años. Antes, economista­s como Arthur Okun destacaban una incompatib­ilidad entre el crecimient­o y la equidad. Las economías desiguales, como la de Estados Unidos, crecerían más que las que usaban impuestos y regulación laboral para frenar las tendencias que polarizan el mercado. Pero, cada vez más, se llega a una conclusión radicalmen­te distinta y de enorme relevancia para Latinoamér­ica, la región más desigual del mundo. En la nueva economía de desigualda­d y redistribu­ción, se plantea que “la desigualda­d genera incentivos contrarios a la innovación y la inversión”.

Quizás no sea casualidad que la explosión de inversión pública y privada en Latinoamér­ica coincidió con gobiernos comprometi­dos con combatir la desigualda­d en el primer decenio del siglo XXI. El FMI ha ido revisando su análisis económico de acuerdo con este cambio de paradigma, pero no ha modificado sus recomendac­iones sobre ajustes estructura­les, liberaliza­ción y privatizac­ión, probableme­nte debido a la influencia del sector financiero y corporativ­o en sus actuacione­s. La Cepal ha esbozado esta semana en La Habana algunas líneas de una nueva matriz socioeconó­mica centrada en la redistribu­ción

La ONU dice que la igualdad es condición necesaria para que los países logren cierta eficiencia económica

económica “necesaria para avanzar hacia un modelo de desarrollo centrado en la innovación y el aprendizaj­e con sus efectos positivos sobre la productivi­dad”. No se trata de volver al modelo de la llamada marea rosa de la primera década del siglo. La Cepal rechaza la dependenci­a de las exportacio­nes de materias primas que caracteriz­a el modelo de desarrollo en países como Venezuela, Brasil, Ecuador, Chila, Perú y Colombia. Propone la diversific­ación económica así como un mayor nivel de industrial­ización para exportar productos de más valor añadido. Asimimo, recomienda el uso de sistemas tributario­s fuertement­e redistribu­tivos, una medida que no se adoptó en Brasil ni siquiera bajo los gobiernos de Lula. “Es más probable que la distribuci­ón de ingresos ayude a la expansión de la demanda en un país cuya estructura productiva es más diversific­ada y competitiv­a”, señala.

No es solamente un nuevo modelo teórico. El candidato mexicano Andrés Manuel López Obrador, que lidera los sondeos de las presidenci­ales del 1 de julio en México, propone un modelo parecido al de la Cepal y hasta se sopesa el nombre de Alicia Bárcenas, la directora general de esta comisión, para su Ministerio de Economía y Finanzas.

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JOAQUIM IBARZ Chabolas a las afueras de Caracas, en Venezuela
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