Trump y China mueven ficha para rebajar la guerra comercial
EE.UU. suavizará el castigo a ZTE si Pekín baja los aranceles a su agricultura
De acusar a Pekín de “robar empleos” a Estados Unidos a lamentar la pérdida de puestos de trabajo en China. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio ayer un giro de 180 grados en su estrategia hacia el gigante asiático y movió ficha para intentar rebajar la tensión comercial entre las dos potencias.
Estados Unidos está dispuesto a relajar las asfixiantes sanciones que han llevado al fabricante chino de telefonía móvil ZTE a suspender sus actividades si Pekín se aviene a firmar un acuerdo para suavizar los efectos de la guerra comercial en ciernes. “El presidente Xi y yo estamos trabajando juntos para que el gigante de la telefonía ZTE pueda volver a hacer negocios pronto. Se han perdido demasiados empleos en China”, tuiteó Trump.
El sorprendente anuncio del líder del “América primero” fue correspondido por las autoridades chinas con la reapertura de su examen a los planes de la empresa estadounidense Qualcomm de adquirir NXP, que habían bloqueado. El Gobierno chino estaría dispuesto también a rebajar los aranceles anunciados sobre los productos agrícolas estadounidenses (la soja en particular) aprobados en respuesta a los que Trump quiere aplicar a las importaciones de acero y aluminio. Representantes del presidente chino, Xi Jinping, negocian esta semana en Washington un acuerdo en este sentido con la Casa Blanca.
La Administración Trump está dividida sobre cómo seguir adelante. Con las elecciones de legislativas a menos de seis meses vista, pesa el temor a los efectos electorales de la supuestamente patriótica guerra comercial. Aunque el cálculo es que el castigo al metal extranjero beneficie a los estados del Medio Oeste golpeados por la desindustrialización, los agricultores de todo el país podrían cargar con las represalias al ver encarecido el coste de sus máquinas y tener más problemas para vender sus productos en China. Lo que en teoría Pensilvania ganará, Iowa lo perderá.
El plan de Trump para rebajar la tensión ha chocado con cierta oposición interna. El levantamiento ad hoc de sanciones no tiene precedentes y el secretario de Comercio, Wilburg Ross, dijo ayer que se niega a “ignorar” la conducta “ofensiva” de ZTE. El cuarto fabricante mundial de móviles fue acusado el año pasado de violar el embargo a la venta de tecnología a Corea del Norte e Irán y condenado a pagar una multa de 1.190 millones de dólares, aunque lo que más daño le ha hecho ha sido la decisión, en abril, de prohibir a los fabricantes estadounidenses venderle componentes durante siete años.
La perspectiva de una guerra comercial con China inquieta a los empresarios estadounidenses que han recurrido a la televisión para intentar persuadir al presidente de los efectos perversos de los aranceles. Si Trump vio ayer su querido programa Fox & Friends se toparía con un anuncio de la Federación Nacional de Minoristas en el que el actor y economista Ben Stein explica que los aranceles son “M-A-LO-S para la economía”. Su vicepresidente, David French, ha confesadoa The New York Times que su ambición es llegar al fan más influyente de la Fox. La publicidad aparecerá también en la nueva temporada de la serie Roseanne, alabada por Trump. Su irreverente protagonista es ahora trumpista.
Preocupada por los efectos electorales de la guerra comercial con el gigante asiático, la Administración recula