La Vanguardia

El Barça bate al campeón de Sudáfrica en un amistoso sin conclusion­es

- A. LÓPEZ TOVAR

Más que un amistoso fue un entrenamie­nto con público, mucho público, en un estadio mítico para el fútbol español, donde Iniesta marcó el gol de la final del Mundial del 2010. El resultado, un cómodo triunfo blaugrana con goles de Dembélé, Suárez y André Gomes precedidos de generosos regalos, es lo de menos. En este caso lo importante son los más de cuatro millones de euros que calcula ingresar el Barcelona por un viaje relámpago a Johannesbu­rgo enmarcado en los actos del centenario del nacimiento de Nelson Mandela. El plan era el siguiente: 10 horas de vuelo por trayecto para enfrentars­e, a 8.000 km de Barcelona, al equipo que acaba de proclamars­e por octava vez consecutiv­a campeón de la liga de Sudáfrica. El Mamelodi Sundowns es propiedad de Patrice Motsepe, uno de los hombres más ricos del país, y su lema llama a la épica: El cielo es el límite.

Aunque los límites fijados por el conjunto africano resultaron mucho más terrenales. El Barça compitió lo justo, con dos equipos diferentes en cada parte y con la entrada estelar de Messi en el minuto 74. Eso es lo que deseaban los espectador­es del anteriorme­nte denominado Soccer City, un lugar donde el de las vuvuzelas fue en su día el único sonido audible: ver a Messi. Reivindica­ron su aparición gritando su nombre al comienzo del segundo tiempo y estallaron en una aclamación cuando salió a calentar, instantes antes de que André Gomes, sí, André Gomes, marcara el tercero a pase de Alcácer, efectivame­nte, Alcácer. La segunda unidad trató de hacer méritos, pero el partido no era propicio para extraer conclusion­es y los jugadores transmitie­ron lo mismo que han ofrecido durante la temporada pero en una proporción menor. Denis Suárez, detalles y voluntad; André Gomes, estupefacc­ión; Alcácer, voluntad; Paulinho, profundida­d; Mina, insegurida­d... Aleñá congenió correctame­nte en el primer acto con los que la temporada que viene serán sus compañeros.

El Mamelodi es fuerza física y anarquía táctica, pero la falta de precisión le impidió rentabiliz­ar sus oportunida­des y en defensa los centrales son cómplices de los adversario­s. Porque fue un regalo de amigo la pelota entregada a Dembélé en el minuto 3 que el francés convirtió en gol después de recortar a un defensa y perfilarse para un disparo preciso desde la frontal. Igualmente aliado resultó el defensor que se hizo un lío a la hora de intercepta­r un pase interior de Denis Suárez y dejó el balón en el área pequeña para la definición de Luis Suárez, intenso y combatient­e como de costumbre. No hay amistosos para el uruguayo. Ya en la segunda mitad, Alcácer robó un pase de enemigo al portero y cedió para la definición de Gomes. Vilakazi, por su parte, dejó en evidencia la defensa blaugrana colocada en línea en la frontal y firmó el 1-3 definitivo. Mucho dinero y ningún lesionado. Partido redondo.

LA RECOMPENSA

Mucho dinero y ningún lesionado en un entrenamie­nto celebrado a 8.000 kilómetros

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SIPHIWE SIBEKO / REUTERS Dembélé abrió el marcador en Johannesbu­rgo
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