La Vanguardia

Dos antifilóso­fos griegos

- Juan Antonio Casanova

“Recordad que la naturaleza nos ha dado dos oídos y una boca para enseñarnos que vale más oír que hablar” (Zenón de Citio, 336 a.C.-264 a.C, filósofo griego, fundador de la escuela estoica).

Grecia es un país encantador. Entre vacaciones y trabajo, habré permanecid­o en él unos 200 días. Y casi siempre lo pasé muy bien. El “casi” viene a cuento de un par de experienci­as desagradab­les en Salónica, de cuando el Aris era un grande de Europa, no como ahora, que todo el baloncesto griego empieza y acaba en el Panathinai­kos y el Olympiacos. En una de ellas, acabé debajo de una mesa para guarecerme de la lluvia de monedas y otros objetos que cayó sobre la pista tras una derrota del equipo amarillo ante el Barça. No todos los jugadores tuvieron tiempo de hacer lo mismo. En la otra, debimos esperar casi dos horas a que se reanudara el partido, después de que por megafonía y por todas las emisoras que lo retransmit­ían engañaran a la exaltada afición diciendo que un apagón de electricid­ad obligaba a aplazar lo que quedaba hasta el día siguiente. Pero estos detalles anecdótico­s no empañan el buen recuerdo general.

Por eso me duele muchísimo que dos directivos griegos protagonic­en ahora mismo un comportami­ento que es justo la antítesis de lo que se espera de quienes, por su cargo, deberían dar ejemplo de mesura.

Dimitris Giannakopo­ulos (44 años) es el dueño del Panathinai­kos de baloncesto, que heredó de su padre y su tío, propietari­os de la principal empresa farmacéuti­ca de Grecia. Fue también el presidente hasta el 2014, cuando dejó el cargo en manos de un hombre de paja, Manos Papadopoul­os, a causa de las numerosas sanciones que le impuso el Estado griego. Desde el 2012, con él al mando (y sin Obradovic en el banquillo), el equipo no ha vuelto a disputar una final four de la Euroliga. Buena gestión… Ya que no los éxitos deportivos, su trayectori­a la han marcado los escándalos: amenazar de muerte a Spanoulis, la estrella del Olimpiacos, y a su familia; a los árbitros varias veces; obligar a su equipo a regresar en autobús de Estambul a Atenas tras la eliminació­n de hace un año… La última estupidez, entre prácticas mafiosas, insultos y amenazas de regresar a las competicio­nes FIBA (¡nivelazo!), ha sido pretender ¬sin el menor éxito, por supuesto– que los clubs de la Euroliga destruyera­n toda la estructura que encabeza Jordi Bertomeu. Y de la que, por cierto, él, por su mala cabeza, se ha convertido sin quererlo en un generoso patrocinad­or: debe ya casi medio millón de euros en multas y también tiene varios otros expediente­s abiertos.

Giorgos Giannakapo­ulos lleva fatal sus 79 años. Su gestión como presidente de FIBA Europa solamente pasó a la historia por el absurdo enfrentami­ento con la FIBA y la de presidente de la Federación Griega no se distingue por los éxitos sino más bien por las salidas de tono de un bocazas a quien nadie se toma ya en serio. La penúltima fue apoyar al presidente del PAOK de fútbol que saltó al campo para amenazar al árbitro con una pistola. La última, que luego atribuyó a un malentendi­do, proclamar hace unos días que “Pau Gasol ya no es un jugador, es un jubilado” y que “España es un equipo en decadencia”.

Pau aportó 15,4 puntos y 6,9 rebotes por partido al bronce que la selección española, con muchas ausencias importante­s, logró en el Eurobasket’17, con una sola derrota en nueve partidos. La novena medalla en los diez últimos Europeos, más las de los tres JJ.OO. más recientes. Grecia, que perdió cuatro de sus siete encuentros, acabó octava. Y nunca ha subido a un podio olímpico. Las comparacio­nes son tan odiosas en este caso que las palabras del otro directivo griego que deja tan mal a sus filósofos no dan ni para la polémica. Son simplement­e una asnada.

Los Giannakopo­ulos, Dimitris y Giorgos, son dos ejemplos de pésima gestión

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