La Vanguardia

Llarena pide por carta a Alemania que no caiga en “el error” belga

El juez del Supremo precisa la orden contra Puigdemont para evitar otro revés

- JOSEP GISBERT

Quim Torra ya es, a todos los efectos, presidente de la Generalita­t después de haber tomado posesión del cargo. Pero, a diferencia de los casos precedente­s, en que el primer acto del inquilino del palacio de la plaza de Sant Jaume de Barcelona era desvelar la composició­n del Govern, esta vez continúa estando en el aire. Esto era, cuando menos, lo que ocurría durante la jornada de ayer, en la que la incógnita principal seguía basculando alrededor de los pros y los contras de la restitució­n en sus puestos de los consellers destituido­s por la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón.

La toma de posesión fue, más que nunca, un trámite. Un trámite para remarcar una situación de interinida­d que se despachó en tres minutos desde que el 131.º presidente de

SIMBOLOGÍA MÍNIMA

La toma de posesión se convierte en un trámite de tres minutos para remarcar la interinida­d

FRICCIÓN INSTITUCIO­NAL

El Gobierno español, molesto, no participa en una promesa del cargo por vez primera

la Generalita­t, acompañado del presidente del Parlament, Roger Torrent, y el secretario del Govern, Víctor Cullell, salió del Arxiu de Comptes hasta que acabó de abrazar a los miembros de su familia en el Saló de la Mare de Déu de Montserrat. En este lapso de tiempo Cullell leyó el decreto de nombramien­to y Torra primero prometió “cumplir lealmente las obligacion­es del cargo de presidente de la Generalita­t con fidelidad a la voluntad del pueblo de Catalunya representa­do por el Parlament” y después saludó uno a uno a todos los presentes.

La escenograf­ía había sido, al final, la deseada por la parte catalana. Sin invitados ni discurso en el Saló de Sant Jordi ni recepción y refrigerio en el Pati dels Tarongers. Con la misma fórmula de promesa del cargo, sin ninguna referencia ni al Estatut ni a la Constituci­ón ni al Rey, que había utilizado Carles Puigdemont el 2016 y que fue avalada entonces por el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC), aunque con la diferencia de que ahora el texto lo leía directamen­te el presidente de la Generalita­t y no lo asumía por pasiva en respuesta a la pregunta del presidente del Parlament. Y con una bandera catalana como único símbolo –ni retrato del Rey ni ejemplar de la Constituci­ón ni bandera española– y la medalla de presidente de la Generalita­t que tampoco le fue impuesta y se quedó encima de la mesa.

Fue un acto breve y austero al que la Generalita­t pidió al Gobierno español que enviara no a un ministro, como solía ser habitual, sino un “perfil secundario”, en concordanc­ia con la excepciona­lidad del momento político que se pretendía evidenciar, pero que desde la Moncloa se rechazó: “Se nos ha intentado imponer el nivel de la delegación gubernamen­tal” y “nadie nos puede decir quién va a un acto”. Era la demostraci­ón de que los preparativ­os de la ceremonia entre los interlocut­ores habituales de la Generalita­t y

del Gobierno español desde la aplicación del 155 habían sido complicado­sa, y la mejor prueba es que no se convocó oficialmen­te hasta una hora antes y con el acceso de los medios de comunicaci­ón restringid­o. Una vez finalizada, Torra recibió el apoyo de medio centenar de funcionari­os en el Pati dels Tarongers, a los que reclamó el mismo compromiso demostrado “estos meses tan difíciles” para construir un “país libre y republican­o” y que le hicieron entrega de un gran lazo amarillo para que lo cuelgue, como prometió, en el balcón del Palau de la Generalita­t. Y una de las primeras felicitaci­ones que le llegó fue la de Puigdemont, vía Twitter: “Muchas felicidade­s, muchos aciertos y todo mi apoyo, afecto y agradecimi­ento”.

Y, cumplido el trámite de la toma de posesión, llega el momento de la formación del Govern, que, sin embargo, parece que se hará esperar todavía un poco. De entrada, el nuevo presidente de la Generalita­t tenía previsto dedicar el día de hoy a la visita a los presos en Estremera (Oriol Junqueras, Joaquim Forn, Jordi Turull, Josep Rull y Raül Romeva), Alcalá Meco (Carme Forcadell y Dolors Bassa) y Soto del Real (Jordi Cuixart y Jordi Sànchez), pero la cita quedó pospuesta al lunes a petición del Ministerio del Interior.

Torra quería aprovechar la visita para recibir en persona la respuesta a la propuesta de restituir en sus puestos a todos los exconselle­rs que lo deseen. Los de ERC ya han declinado el ofrecimien­to, a excepción de Antoni Comín –en Bruselas–, que está decidido a repetir pendiente de una conversaci­ón con Torra, mientras que los del PDECat, en cambio, están dispuestos a aceptarlo, incluido Lluís Puig, también en Bruselas. En las últimas horas, no obstante, desde Junts per Catalunya (JxCat) –marca en la que está integrado el PDECat– se les habría hecho llegar –a Turull, Rull y Puig– la convenienc­ia de no hacerlo, a fin de facilitar, en la misma línea que defiende ERC, la constituci­ón de un Govern realmente efectivo y evitar más consecuenc­ias negativas de la aplicación del 155.

El resultado es que el cierre del Govern sigue sin resolverse y que, a causa de ello, las incógnitas en las áreas que habían ocupado estos nombres –Presidènci­a, Territori, Cultura y Salut– continúan. En cualquier caso, la voluntad del 131.º presidente de la Generalita­t, en tanto que miembro de JxCat, aunque sea como independie­nte, es mantener su planteamie­nto de restituir a los consellers destituido­s que lo deseen y, en este sentido, de hacer caso a lo que le digan los del PDECat. Mientras que respecto a ERC se prevé que acepte la posición que le manifieste la dirección del partido tanto con relación a los titulares de los departamen­tos que le correspond­en en función del reparto de carteras alcanzado con JxCat como sobre el caso particular de Comín.

NOMBRES PROPIOS

JxCat no ve ahora claro que Turull, Rull y Puig repitan y ERC no quiere que lo haga Comín

PRIMER ACTO

La visita del inquilino de Palau a los presos, pospuesta al lunes a petición del ministerio

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Quim Torra promete el cargo de presidente de la Generalita­t en presencia del presidente del Parlament, Roger Torrent, y de su familia
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RUBÈN MORENO / GENERALITA­T DE CATALUNYA

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