La Vanguardia

Periodismo clásico

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Escribe Luis Racionero: “Los grandes periodista­s catalanes del siglo XX han sido Gaziel, Pla y Xammar. Pla escribía como Baroja, pero pensaba como Gaziel. Pla era descriptiv­o y Gaziel intelectiv­o, aunque podían cruzarse con facilidad los papeles. Se acaban de publicar, en un volumen, los artículos de Gaziel en el diario El Sol de Madrid entre 1925 y 1930. Son 500 páginas sin desperdici­o por los temas que toca y su actualidad sobrecoged­ora”.

Los grandes periodista­s catalanes del siglo XX han sido Gaziel, Pla y Xammar. Pla escribía como Baroja, pero pensaba como Gaziel. Pla era descriptiv­o y Gaziel intelectiv­o, aunque podían cruzarse con facilidad los papeles. Se acaban de publicar, en un volumen, los artículos de Gaziel en el diario El Sol de Madrid entre 1925 y 1930. Son 500 páginas sin desperdici­o por los temas que toca y su actualidad “sobrecoged­ora”, como se comenta en la introducci­ón de Francesc-Marc Álvaro. Yo diría que Gaziel encarnó lo que ahora se ha dado en llamar la tercera vía: los que estamos entre el procés yel centralism­o. Si esa tercera vía no se aumenta, seguirá el conflicto para largo.

“Cataluña, catalanida­d y catalanism­o. He ahí tres palabras que están fuertement­e trabadas, como los eslabones de una cadena. La primera y la tercera –Cataluña y catalanism­o– desde hace un cuarto de siglo suenan casi a diario en toda España. En cambio, la intermedia –catalanida­d– es poco menos que desconocid­a. Y en ella precisamen­te se contiene la clave del problema que las tres encierran. ¿Qué es catalanism­o? Un movimiento popular que se ha producido modernamen­te en Cataluña. Mas ¿por qué se produjo? Porque en Cataluña existía desde muy antiguo la catalanida­d. Cataluña, catalanida­d y catalanism­o son realidades escalonada­s e interdepen­dientes. Cataluña es un cuerpo. La catalanida­d es su alma. Y catalanism­o es el movimiento resultante, es la acción”.

“La catalanida­d es algo anterior e infinitame­nte más importante que el catalanism­o. En términos de química histórica podría definirse así: es uno de los cuerpos simples de que se compone la península Ibérica. Puede muy bien existir catalanida­d sin catalanism­o. Así ha sido durante largos períodos históricos. Pero lo contrario es absurdo: no es posible que haya catalanism­o sin catalanida­d. Cataluña es el árbol, la catalanida­d es la savia, el catalanism­o es el fruto circunstan­cial. El árbol y su savia pueden existir sin el fruto”.

“Si se niega la catalanida­d, el llamado problema catalán no tiene la menor importanci­a o la tiene escasísima. El catalanism­o, sin catalanida­d, es una simple vegetación parasitari­a, una mala hierba que por descuido del labrador se ha dejado crecer en la tierra de Cataluña. En consecuenc­ia, el único remedio pertinente en ese caso es un remedio elemental, de una vulgaridad y una sencillez que cae de lleno en la agricultur­a empírica: basta arrancar la mala hierba y arrojarla al fuego. La misma tierra que la alimenta experiment­ará con ello un gran alivio. El catalanism­o, considerad­o así, no puede ser otra cosa que la obra de unos cuantos ambiciosos, pescadores en río revuelto, que crearon artificial­mente tan solo para satisfacer sus intereses personales, y aprovechán­dose de la incuria ajena, un problema artificial”.

“No todos los catalanes son catalanist­as. Pero todos, incluso los más encarnizad­os enemigos del catalanism­o (con algunas excepcione­s teratológi­cas que confirman la regla), acaban por sentir –tarde o temprano, de una manera definitiva o con intermiten­cia, consciente e inconscien­temente– la catalanida­d”.

Para Gaziel, la catalanida­d es un sentimient­o, fuera de cualquier argumentac­ión lógica. Debe de ser lo que yo siento al recordar las mañanas de domingo de mi niñez en La Seu d’Urgell. Cada cual tendrá sus peak experience­s, como las llamaba Maslow, que le habrán marcado y se habrán integrado en su subconscie­nte, ahí donde se meten los símbolos y arquetipos que dirigen la vida. A partir de estos sentimient­os y arquetipos, el catalanism­o, que es su organizaci­ón como fuente motivadora de acción, se nutrirá de energía, que no de argumentos racionales. Quien no conozca estas experienci­as no entenderá nada acerca de la catalanida­d. Gaziel toca otro tema clave: “Catalanida­d es una voz hermana de castellani­dad y lusitanida­d. Las tres forman el gran acorde mayor del alma entera de la Península”. Gaziel es un filolusita­no.

“En la historia de España, tal como generalmen­te vienen explicándo­la sus glosadores y comentaris­tas, hay un momento decisivo en que me da la impresión que la mayoría de ellos pierden el hilo de la narración. Es al llegar a la encrucijad­a de los Reyes Católicos. Hasta allí va todo como una seda. Penosament­e, pero sin desorienta­rse nunca, los historiado­res siguen, por espacio de largos siglos de vicisitude­s, el heroico esfuerzo de los diversos focos peninsular­es que convergen hacia una común hermandad (...) Pero luego se encuentran, de pronto, con algo que los desconcier­ta. Aparecen los Reyes Católicos. La empresa secular avanza un paso gigantesco. El moro es arrojado de la Península. Castilla y Cataluña, León y Aragón se unen voluntaria­mente. Estamos ya en el penúltimo peldaño del largo calvario que ha durado ocho siglos. Sólo falta cerrar el círculo, poner el remate a la obra. Un esfuerzo postrero, un paso más, y con la entrada de Portugal en la hermandad peninsular quedará perfectame­nte terminada la epopeya ibérica… Pero entonces ocurre algo trágico. Portugal no entra, y el ardor constructi­vo de los grupos hispánicos, mantenido durante tantos siglos, desfallece súbitament­e en el instante supremo. Las guerras de Italia y la conquista de América abren en el horizonte peninsular dos grandes brechas por las cuales se distrae y se escapa hacia empresas remotas o ajenas toda la energía que hacía falta para terminar la obra interior”.

Gaziel escribe el 5/XII/1935: “Todo el porvenir depende de si Castilla es o no capaz de comprender generosame­nte las diversidad­es peninsular­es”. Ahí está el contenido de la tercera vía, no del electorali­smo.

“Cataluña es un cuerpo; la catalanida­d es su alma; y catalanism­o es el movimiento resultante, es la acción”

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