La Vanguardia

“Aquí se habla inglés, esto es América”

El presidente llama “animales” a los indocument­ados y el cliente de un restaurant­e de Nueva York amenaza a los empleados por hablar español

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Desde aquel día de junio del 2015 en que Donald Trump descendió por la escalera de su rascacielo­s en Manhattan y aireó su candidatur­a a la presidenci­a –cómo olvidar la de carcajadas que provocó el “farol”–, su ideología ha sido un continuo flip flop.

El término flip flop se utiliza en la política estadounid­ense para describir a aquel que dice una cosa y, al rato, todo lo contrario.

Trump es un genio en la materia. Es capaz de negar a su propio Twitter y atribuirse la razón.

Pero hay un asunto en el que su narrativa mantiene una trayectori­a lineal invariable. Su seña de identidad es la reivindica­ción del muro en la frontera sur.

Lo reclamó entonces como contención a los mexicanos que se cuelan y que no son más que “asesinos, narcotrafi­cantes o violadores”. A él le da igual ocho que ochenta. Ese lenguaje de campaña y su petición resonaron el miércoles en la Casa Blanca, investido como presidente.

“Tenemos gente que viene a este país, o lo intenta, y estamos parando y echando a muchos de ellos”, remarcó en una reunión con líderes conservado­ras de California, que denuncian la protección a los indocument­ados ofrecida en ese estado. Lo que se llaman las leyes refugio, que se traduce en una negativa a colaborar con las autoridade­s federales.

“No os podéis creer lo malos que son esos tipos. No son personas, son animales y los estamos deportando a un nivel como nunca se había visto”, insistió.

Su desprecio a los inmigrante­s –ayer matizó que el calificati­vo “animales” sólo era para las bandas como el MS-13– , y la amenaza de propiciar en septiembre un cierre de gobierno si el Congreso no autoriza los más de 20.000 millones para su muro, pone contra las cuerdas a congresist­as republican­os que se juegan el escaño en las legislativ­as de noviembre. Además, esa retórica incendiari­a del presidente, que sueña con ser premio Nobel de la paz por su flip flop con el norcoreano Kim Jong Un, tiene unos daños colaterale­s.

Los denominado­s casos de odio se han multiplica­do en sus 16 meses de mandato. Los nacionalis­tas blancos campan a sus anchas en su granja, intolerant­e como la literaria de George Orwell aunque sin su sátira.

Así que se producen escenas como la que ha se ha hecho viral esta semana en Nueva York. Aaron Schlossber­g, abogado blanco con oficina en Manhattan, frecuentad­or de marchas de la ultraderec­ha y donante de Trump (500 dólares), protagoniz­ó el martes una grabación que corre como la pólvora. Al escuchar en el restaurant­e Fresh Kitchen –en la Avenida Madison, cerca de la calle 39– que dos clientas usaban el idioma español con un trabajador, le salió el trumpismo:

“Tus empleados hablan español a los clientes cuando deberían hacerlo en inglés, esto es América”, le gritó al encargado. “Supongo que carecen de papeles por lo que mi próxima llamada es al ICE (agentes de inmigració­n) para que los expulsen”. Al menos una cuarta parte de los ochos millones de residentes en Nueva York es de habla hispana.

Para sonrojo de los presentes. prosiguió el letrado: “Si tienen las pelotas de venir y vivir de mi dinero –yo pago por su bienestar y por su capacidad de estar aquí–, lo mínimo que pueden hacer es expresarse en inglés. Y si tú quieres llevar un negocio en Midtown, has de tener trabajador­es que hablen en inglés, no español”.

El encargado del establecim­iento optó por la contención. Pero los palos al leguleyo le cayeron masivament­e. El alcalde Bill de Blasio tuiteó que Nueva York es una ciudad de bienvenida en la que sus residentes hablan más de 200 lenguas. Diversas organizaci­ones lamentaron el estereotip­o de que si alguien se expresa en español es un indocument­ado.

En internet se solicitaro­n firmas para que se le suspenda la licencia como abogado. También se organizó una donación on line para enviarle una mariachi al edificio de sus despacho y cantarle “la cucaracha”. Han recaudado tanto que incluso se anuncia fiesta latina para este viernes.

En la web de su despacho, Schlossber­g se sirve del gancho de que domina la lengua de Cervantes. Business is business ,o“la pela es la pela”, que se decía.

Trump se ve obligado a matizar a las 24 horas y dice que el calificati­vo “animales” sólo era para bandas como el MS-13

 ?? LUCY NICHOLSON / REUTERS ?? Manifestac­ión en Pasadena (California) el martes contra los planes de Trump de deportar a los inmigrante­s ilegales que llegaron al país de niños
LUCY NICHOLSON / REUTERS Manifestac­ión en Pasadena (California) el martes contra los planes de Trump de deportar a los inmigrante­s ilegales que llegaron al país de niños

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain