Escrito está
Maldita hemeroteca”, soltó en tono sarcástico el líder del PSC, Miquel Iceta, el pasado lunes durante la sesión de investidura del presidente de la Generalitat. Las hemerotecas, antaño, eran lugares tan reveladores como ahora, sólo que en estos tiempos no son ya como en el siglo XX. Entonces había que sondear entre fichas y fechas para seleccionar los inmanejables tomos en que se agrupaban los periódicos y revistas. Con los codos y la atención hundidos en aquellos inmensos volúmenes de papel, de vez en cuando, se encontraba la perla que uno buscaba.
Hoy la hemeroteca es universal y ya no está llena de inmensas y pesadas estanterías cargadas de tomos de periódicos. Se llama Google y, por mucho que digan leyes y reglamentos, no existe el derecho al olvido. Al fin y al cabo, ¿por qué hay que olvidar ciertas cosas? ¿No es mejor recordarlas para evitar que se repitan?
Como desveló Iceta –y muchas otras personas esta semana–, la persona que ayer tomó posesión del cargo de presidente de la Generalitat ha escrito muchas cosas de las que nadie debería sentirse orgulloso. Por afinidad ideológica, hay quien ha pasado por encima de esas barbaridades expresadas, como si fueran un pecado de juventud sin mayor trascendencia. Es decir, como si su militancia política le eximiera de sostener determinados valores de convivencia.
La actitud de quienes no quieren leer lo que escrito está es la misma que la de que quienes, por acción u omisión, han puesto con sus votos al frente de la máxima institución de Catalunya a quien es capaz de ver a una mayoría de los catalanes de una forma tan sectaria.
Las ideas expresadas y transmitidas a través de la palabra son lo que distingue a los seres humanos de los animales. Hoy sabemos lo que pensaron y dijeron personas nacidas hace miles de años porque dejaron sus reflexiones escritas. Esa transmisión de las ideas, que hace que una generación disponga de mayor información que la anterior, es una especie de carrera de relevos en la que la humanidad progresa.
Esa travesía a lo largo de la línea de la historia siempre se encuentra con obstáculos, porque hay quien aprovecha la palabra para intentar hacernos regresar a las cavernas. Lo tienen difícil, porque hay mucho más pensamiento positivo que negativo y porque no vamos a olvidar. Lo que está escrito, escrito está.