Cambio de rumbo
La deriva populista y nacionalista de Italia, reflejada en el pacto de gobierno entre el M5E y la Liga; y el relevo en la presidencia de la Federación Española de Fútbol.
DE exfutbolista en exfutbolista, la Real Federación Española de Fútbol ya tiene presidente: Luis Rubiales releva a Ángel María Villar después de su clara victoria electoral. Por fin, el organismo acaba con el vacío de poder surgido a raíz de los problemas judiciales de Villar en el 2017 –que le llevaron incluso a la prisión de Soto del Real el pasado verano–, acusado junto a una treintena de personas de integrar la red de corrupción (la llamada operación Soule). El proceso ha paralizado a lo largo de toda esta temporada a la RFEF, aunque los buenos resultados de los clubs en Europa y la brillante clasificación de la selección para el Mundial que se disputa a partir de junio en Rusia hayan maquillado el vacío.
La era Villar es historia. Aunque la selección española ha dado un gran salto al igual que los clubs, la gestión de Villar está marcada por las acusaciones de corrupción, a la espera de conocer la sentencia que dicte en su día la Audiencia Nacional. Ha permanecido 30 años al frente de la RFEF y sería deseable que su sucesor, el exjugador levantinista Luis Rubiales (40 años), no se eternice en el cargo, un dato que ayuda a explicar los problemas judiciales de Villar, que también afectan a su hijo Gorka. Treinta años de mandato son muchos años, con la paradoja de que el predecesor de Villar, Pablo Porta, fue destituido por el gobierno de Felipe González con la excusa de evitar la perpetuación en el cargo (nueve años frente a los casi 30 de Villar). El primer mandato de Luis Rubiales termina el año 2020.
La victoria de Rubiales frente a Juan Luis Larrea, tesorero durante 28 años de la RFEF, anticipa una renovación, no tanto porque la experiencia sea un valor humano negativo como por los vicios e inercias que presentan algunos estamentos y personajes (Victoriano Sánchez Arminio, por ejemplo, preside el Comité Técnico de Árbitros desde 1993). Aunque Rubiales permaneció años en la órbita de Villar, es partidario de abrir las ventanas y renovar. Ha prometido afrontar el problema de categorías mal definidas como la Segunda B y la Tercera División, el formato de la Copa del Rey –que sobrecarga la temporada de los equipos grandes– y dar mayor atención a modalidades balompédicas poco valoradas –como el fútbol femenino, el fútbol sala o el de playa–.
En el hipersensible mundo del fútbol, Rubiales puede heredar a las primeras de cambio la acusación de villarato –el supuesto favoritismo arbitral con el FC Barcelona– y los rifirrafes con Javier Tebas, presidente de La Liga, de cuando aquel presidía la Asociación de Futbolistas Españoles. Hacía falta aire fresco: he aquí la buena noticia.