La Vanguardia

Relaciones familiares

- Remei Margarit R. MARGARIT, psicóloga y escritora

Mi terraza da a una plaza cerrada donde hay juegos para la infancia y unos cuantos árboles, magnolios y otros espigados y elegantes de ramas finas, que en siete años han crecido hasta la altura de cinco pisos. Los vi plantar y entonces ni llegaban a los dos metros. Se han convertido en unos vecinos vegetales que hacen compañía. Los magnolios son fuertes y seguros, pero los de ramas finas, cuando el viento arrecia, parece que quieran volar, van de un lado para otro como si fuesen juncos, aunque resisten.

Se nace en una familia no escogida y se va creciendo juntamente con los padres y los hermanos, y allí se aprende lo que se puede ser, y también todo aquello que es bueno y lo que no lo es tanto. Como los árboles, hay días de sol y otros de tempestad, y también como los árboles, se aprende a resistir los temporales y a agradecer los buenos tiempos. Aunque hacerse mayor también quiere decir escoger lo que uno realmente puede ser para vivir en paz consigo mismo. La relación con los demás, aunque sean familia, va cambiando en función de los cambios de cada cual. Y tal vez se piensa que creando una familia propia se hará mejor. Quizás sí, pero es incierto. Sí que con una nueva generación también cambia el mundo exterior a la familia y las coordenada­s son otras. Pero las relaciones familiares siempre se hallan sujetas a acuerdos y desacuerdo­s, como todas las relaciones humanas. Pero existe una regla de oro: el respeto a la individual­idad de cada cual, porque la manera de ver el mundo siempre es subjetiva, depende de la sensibilid­ad y de los afectos, y eso es absolutame­nte personal. Y cuando hay temporales por causas incontrola­bles, son los afectos y las sensibilid­ades los que contienen las situacione­s hasta que la turbonada amaina. Y cada cual ayuda a su manera, con buena voluntad, con más o menos acierto, incluso con una respetuosa distancia si es necesario. El amor quiere decir respeto antes que nada y también tiempo y paciencia en lo que vaya sucediendo. Hay una gran diferencia entre querer controlarl­o todo para que sea como uno quiere o dejar que las cosas sucedan tal como se presentan, acogiéndol­as.

No todo son rosas, pero sí que existe un terreno amoroso propicio para que las raíces aguanten, como esos árboles de la plaza.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain