El paraíso de las verduras
El restaurante Treintaitrés merece el viaje hasta Tudela
Veganismo, vegetarianismo, ayurveda, etcétera. Es evidente que los nuevos descubrimientos científicos que interrelacionan de forma directa la salud con los alimentos ingeridos están condicionando y adaptando los hábitos de consumo alimenticio.
Hoy en día la búsqueda de un estado físico óptimo está potenciando el consumo de alimentos vegetales, y son cada vez más los que, por necesidad o por gusto, limitan sus ingestas –total o parcialmente– a alimentos procedentes directamente de la tierra.
Mucho antes de la difusión general de estas tendencias, en Tudela, en 1952, la familia Gil abrió su restaurante derivado de la cantina de la estación de Gallur donde cocinaba la abuela de la casa.
Más adelante, cuando Ricardo Gil, su actual propietario, se hizo cargo del negocio, puso de manifiesto en su propuesta gastronómica la veneración que sentía por los productos procedentes de la vecina huerta.
Esa veneración se concretaba en un interés inusitado por conocer el origen de esos productos, en seleccionar a los productores proveedores por su forma de hacer y por el respeto y amor que sentían por sus productos.
Los espárragos, las patatas, los cardos, los cardos rojos, las alcachofas, todo llegaba y llega a las cocinas del restaurante con un selecto y estricto pedigrí.
Hablar con Ricardo o con su esposa, María Pilar Vicente, además de resultar ameno, supone aprender los pormenores, detalles y características de los productos que se ofertan en la carta, pues su conocimiento y pasión por ellos hace de su conversación una inagotable fuente de información.
Las alcachofas, pura mantequilla, tratadas con un mimo inusitado, espárragos blancos tiernos fresquísimos, borrajas insuperables y cardos memorables. En fin, sentarse en esta mesa es sinónimo de entrar en contacto directo con la huerta navarra.
Y claro, cuando las cosas se hacen bien, el éxito acompaña. Ricardo y Pilar han abierto Casa Lac en el tubo de Zaragoza y La huerta de Tudela en el centro de Madrid, con el mismo planteamiento.
La guía roja dice que un restaurante con tres estrellas merece el viaje. 5 a taula no pone estrellas pero sí sabe que acudir a la mesa de este restaurante merece el viaje.