La Vanguardia

El Quijote de Gilliam clausura Cannes 25 años después de que lo iniciase

Nadine Labaki habla en ‘ Cafarnaúm’ de la tragedia de los niños en Oriente Medio

- SALVADOR LLOPART Cannes Enviado especial

“¿Perseguir yo al Quijote? No; es el Quijote quien me persigue a mi desde hace 25 años. Es un acosador”, dice Terry Gilliam.

El encuentro con el director de Brazil, el que fuera dibujante de Monty Python, tiene lugar poco antes de la presentaci­ón en Cannes de El hombre que mató a don Quijote, 25 años después de que iniciase el proyecto. La demanda de Paulo Branco, uno de los productore­s, puso en peligro la proyección en el certamen. Pero tras la sentencia de un juzgado francés, nada detendrá ya el estreno de este filme de Gilliam que, sin temor a exagerar, podemos clasificar de maldito.

“Si no hubiera sido posible dentro del festival, hubiera alquilado un cine en Cannes”, dice Gilliam, aparenteme­nte recuperado de sus problemas de salud. Se hablaba de ictus o de infarto de miocardio que, al final, se quedó en mero susto. El nuevo Quijote está protagoniz­ado por Jonathan Pryce, perfecto en el papel. Adam Driver, el Kylo Ren de la saga Star Wars, se muestra, por su parte. como un Sancho inesperado. Rossy de Palma, Sergi López, Óscar Jaenada y Jordi Mollà, entre otros, completan el reparto de esta irreverent­e aproximaci­ón al personaje de Cervantes: una visión donde, por encima de la fidelidad a la letra, prima la fidelidad al espíritu del personaje. “Es un libro fantástico. Con él empieza la literatura moderna. Pero imposible de adaptar desde el respeto y la fidelidad. ¿Han visto la adaptación de televisión protagoniz­ada por Fernando Rey? Aburrida. Se nota en ella el peso de la historia en las espaldas de todos sus intérprete­s, y eso es mucha carga”.

Gilliam ha hecho otra cosa, es cierto, y habla sin acritud del tiempo pasado: “No recuerdo las malas experienci­as; si recordara no tendría espacio en mi cabeza para nada más”.

Tras años de preparació­n, el director intentó comenzar a filmar la película en el 2000. Pero el lugar elegido para el rodaje –en la zona semidesért­ica de las Bardenas Reales, en Navarra–, estaba junto a una zona militar, acorralado por el estruendo constante de los aviones. Y un día una lluvia torrencial -¡en un desierto!- arrasó el plató. Poco después, para rematar el asunto, el francés Jean Rochefort, que iba a encarnar a Don Quijote, sufrió una doble hernia. “Pasó mucho tiempo antes de que pensara en retomar el proyecto”. La denominada maldición del Quijote quedó recogida en el documental Lost in la Mancha, de Keith Fulton y Louis Pepe (que han hecho también el documental del nuevo rodaje). El proyecto, que parecía muerto, ha vuelto a la vida debido a la obsesión de Gilliam, y a una alianza de productora­s, entre la que está la madrileña Tornasol. Hoy clausura el certamen francés, después de que se haga público el palmarés. Esta misma semana se estrena en Francia. El 1 de junio lo hará en España.

Nadine Labaki, la directora de Caramel, por su parte, muestra el destino de la infancia condenada en Oriente Medio en Cafarnaúm,, melodrama en formato de drama judicial: un crío (Zain Al Rafeea) demanda en los tribunales a sus padres por haberlo traído a este mundo, condenado a la pobreza extrema, a la miseria moral y física. El crío exige justicia y, como compensaci­ón, que esa justicia prohíba a sus padres tener más hijos.

El director prefiere el respeto al espíritu y la traición a la letra de la obra de Cervantes, “la primera gran novela ”

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VIANNEY LE CAER / AP Nadine Labaki, ayer en Cannes
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