Felipe González nunca olvidará Suresnes
Los suburbios de París albergan mucha historia. En octubre de 1974, el PSOE celebró su XIII Congreso en Suresnes, en la periferia oeste de la capital francesa. Fue un acontecimiento decisivo de la transición española. Allí, en el teatro Jean Vilar, un edificio de ladrillo, típico de los años treinta, fue elegido por primera vez secretario general Felipe González, entonces joven abogado laboralista sevillano. El favorito era Nicolás Redondo, pero éste no quiso asumir la responsabilidad. En aquel congreso participaron François Mitterrand y otros líderes socialistas internacionales. El PSOE culminaba su proceso de renovación y se preparaba para ganar elecciones tras la muerte de Franco. El programa aprobado en Suresnes planteaba, entre otras cosas, el derecho a la autodeterminación de todas las nacionalidades ibéricas, aunque el objetivo era una república federal que respetara la diversidad y, al mismo tiempo, preservase la unidad de la clase trabajadora. González llegaría a la Moncloa al cabo de ocho años, con una mayoría absoluta aplastante. Suresnes fue su trampolín. Nunca lo olvidará. El barrio, en su tiempo una modélica ciudad jardín de viviendas sociales, está habitado hoy por muchos inmigrantes. En el teatro, remodelado, no queda ningún vestigio del histórico congreso del PSOE. Sí hay un detalle evocador, aunque casual y previo a aquella reunión, para quien busca rastros de Felipe. Unos bajorrelieves clasicistas, en una de las esquinas exteriores, exaltan virtudes como la persuasión, la elocuencia y la claridad.