Elena barraquer
Mujer atractiva que pract ca la solidaridad y que sabe lo que son las crisis humanitarias
el mundo benedictino nunca ha sido tan sutil como el mundo vaticano, pero, en Catalunya, parece definitivamente empeñado en jugar en tercera división. Tal vez sea por simple humildad. Benedictina, por supuesto.
Desde la ausencia de Anna Gabriel, que, pese a sus sermones con flequillo, ha preferido seguir viviendo en el capitalismo rechazando, pues, el comunismo que predica, son cuatro las sonrisas que sigo con atención en Catalunya. Tres de ellas parecen más profesionales o propagandísticas que sinceras. De modo que sólo una es auténtica. Me refiero a la de Elena Barraquer, con quien coincidí hace unos días en la presentación de un libro de Javier de las Muelas, brillantemente introducido por Daniel Fernández. De las tres sonrisas que parecen él, es un espectáculo observar cómo desplaza físicamente y sin contemplaciones a quienes intentan pegarse al que manda o lo parece. Al que manda o lo parece lo quiere sólo para él.
O sea, que una de las pocas sonrisas que me interesan, porque es auténtica, es la de la oftalmóloga Elena Barraquer, mujer atractiva que practica la solidaridad y que, a diferencia de Fray Torra, sabe lo que son las graves crisis humanitarias. Las personas solidarias e hiperactivas suelen ser devotas del mejor Brasil, que es lento y poco dado al tambor. En sus mejores noches, las personas hiperactivas y solidarias escuchan esa canción del gran Vinícius de Moraes que asegura que “a coisa mais divina / que há no mundo / é viver cada segundo / como nunca mais”.