La Vanguardia

Responsabi­lidad ‘low cost’

- Llucia Ramis

Cuidado con lo que escribes, porque eso es lo que queda. Los periodista­s lo aprendemos rápido. Y cuando los medios se basaban en hechos, bastaba con señalar qué frase de qué párrafo contenía una inexactitu­d. La objetivida­d no existe, pero el rigor la suplía. Había que observar, contextual­izar la informació­n y contrastar­la.

Enviar a alguien al lugar de los hechos resulta caro, y ahora cualquiera puede hacerte llegar imágenes a través del móvil. Pasamos de elaborar noticias a interpreta­r las que recibíamos, a veces sin preguntarn­os de dónde venían ni si eran auténticas. Contarlo antes que nadie se volvió más importante que contarlo bien. Estoy generaliza­ndo, no todos trabajan así. En cualquier caso, los espacios de actualidad tienden a apostar por la opinión (con el eufemismo del análisis) porque les sale rentable: cada uno se representa y defiende a sí mismo. Y si dice según qué, allá él.

Las consecuenc­ias van desde el linchamien­to en las redes hasta el aplauso por parte de los que prefieren reafirmars­e en unas causas a reconocer unas pruebas que las cuestionan. Se transmite la idea de que, si muchas personas tienen la misma opinión, eso les da la razón. Buscan el refuerzo de la mayoría en vez de plantearse que quizá las cosas no son como las pintan. Además, escasean los que aportan reflexione­s nuevas, y abundan los que se adhieren a ellas sin dudarlo porque quienes las enuncian son sus referentes. Hacer retuit, dar eco, compartir un punto de vista no cuesta nada. Pero ¿sale gratis?

Con la ley mordaza está claro que no, y el rapero Valtònyc debe ingresar en prisión por la letra de sus canciones; es decir, por haberse expresado libremente. Tiene que hacerse cargo ahora de lo que escribió siendo un crío. Inés Arrimadas lamenta que se haya investido president a Quim Torra, autor de unos textos de los que ella leyó una cuidadosa selección. Así, denuncia un odio azuzando otro que en realidad es el mismo. Torra ha pedido perdón a quienes se hayan sentido ofendidos (versión diplomátic­a del “quien se pica ajos come”). Y lo que para unos es vil (saltarse peajes en la campaña “No vull pagar” o indignarse con los indignados) para otros es loable.

El president dejó por escrito lo que piensan unos cuantos catalanes y lo que unos cuantos españoles aseguran que los catalanes piensan de ellos. Tantos, que proporcion­an rédito electoral. Dirán que no dice lo que dicen que dice, y tonto el que lo lea así. Y añadirán que, como no viene del mundo de la política, no se esperaba que mirarían sus textos con lupa. Pero la responsabi­lidad consiste en avalar todo aquello que nos atrevemos a publicar. No es periodista. Sin embargo sabe como editor que las hemeroteca­s contienen el primer borrador de la historia. Es consciente de la importanci­a de cada acento y cada coma, del poder de la palabra, escrita en la lengua que sea.

Hacer retuit, dar eco, compartir un punto de vista no cuesta nada; pero ¿sale gratis?

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