La Vanguardia

Cumbre en peligro

Las últimas señales de Corea del Norte obligan a la Casa Blanca a la prudencia

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

A sólo 20 días de la histórica cumbre entre Donald Trump y Kim Jong Un, el presidente de EE.UU. ha sugerido que podría posponer la cita en respuesta a los recientes ataques verbales del régimen norcoreano contra un asesor de Trump.

La reconcilia­ción y desnuclear­ización de la península coreana parecían durante semanas al alcance de la mano para Donald Trump, que se había dejado encandilar por su propia retórica e incluso fantaseaba con que le distinguie­ran con el premio Nobel de la Paz.

La cita clave de esas negociacio­nes –una cumbre histórica en Singapur el próximo 12 de junio entre el propio Trump y el líder norcoreano, Kim Jong Un– está sin embargo en el aire. Las monedas conmemorat­ivas acuñadas para la ocasión por la Casa Blanca con los perfiles de Trump y Kim, presentado como “líder supremo”, quizás se queden en poco más que una curiosidad numismátic­a.

Hay “una alta probabilid­ad de que no se celebre” el 12 de junio y “no pasa nada”. “Quizás sí se celebre más adelante”, declaró el presidente estadounid­ense a la prensa en el Despacho Oval al recibir al primer ministro surcoreano, Mun Jae In. Mientras su invitado, ansioso por salvar una cumbre que allanaría el terreno para la reconcilia­ción de la península, daba por hecho que tendría lugar, Trump abundó en los muchos interrogan­tes que penden sobre el encuentro. “Ya veremos qué pasa”, remachó.

No desear un acuerdo más que tu rival es una regla básica de cualquier negociació­n. Pero este primer gramo de prudencia de la Casa Blanca llega a tres semanas de la histórica cita, pocos días después de que el Gobierno norcoreano cargara contra uno de sus asesores –John Bolton, consejero de Seguridad Nacional–, dejara en el aire la cumbre y dudara públicamen­te de sus intencione­s. Pyongyang advirtió a Washington que no va a renunciar a su programa nuclear para que luego desalojen a su líder supremo del poder, como hicieron en Libia con Muamar el Gadafi en el 2003.

Trump aseguró ayer que ese no es su modelo, a pesar de lo que sugirió recienteme­nte Bolton, ni su objetivo. “Puedo garantizar­le su seguridad”, afirmó el líder estadounid­ense, que culpó directamen­te al presidente chino, Xi Jinping, del “cambio de actitud” del norcoreano. “Cambió de opinión después de esa reunión, de la que nadie sabía nada. No puedo decir que esté muy contento”, criticó Trump, que mostró el mismo malhumor con Pekín al referirse instantes después a sus conversaci­ones sobre comercio, que no van tan bien como el sábado dio a entender. “Xi es un jugador de póker de primera”, dejó caer, asomándose a las complejida­des detrás de un conflicto internacio­nal que dura ya más de seis décadas.

La reacción de Pyongyang es poco sorprenden­te si se echa un vistazo a la breve pero intensa trayectori­a histórica y balística de Kim, pero fue un jarro de agua fría para Seúl y Washington. Trump recibió la oferta de sentarse a negociar cara a cara a través del presidente Mun. La aceptó en cuestión de minutos, sin consultar al Departamen­to de Estado, donde algunas voces alertaron de los riesgos de compromete­rse a una cumbre así sin apenas preparativ­os o unos compromiso­s mínimos pactados de antemano.

La Administra­ción Trump culpa ahora a los surcoreano­s de haber sobrevalor­ado la voluntad de acuerdo de Kim y plantea que la cita sólo tendrá lugar si tiene garantías sobre sus resultados. “Tenemos algunas condicione­s, creo que las conseguire­mos”, pero si no es el caso no habrá cumbre, zanjó el presidente estadounid­ense. En Washington “hay mucho escepticis­mo”, admitió Mun, pero “tengo plena confianza” en que Trump podrá cerrar un acuerdo, aseguró, elogioso.

Si Kim firma un acuerdo de paz y desnuclear­ización, en 25 años “podrá mirar atrás y estar orgulloso” de haber hecho algo “que nunca nadie hizo antes”. “Él estará seguro y será feliz. Y su país será rico y prosperará”, vaticinó Trump tras repasar la lista de alicientes económicos que Pyongyang tiene para firmar la paz con Seúl y renunciar a sus planes nucleares. “Corea del Sur, China y Japón están dispuestos a invertir enormes cantidades de dinero”, subrayó Trump, para que Corea del Norte alcance en bienestar a sus vecinos. El futuro de los dos países, aseguró, lo decidirán los coreanos.

El presidente de EE.UU. pone condicione­s a Pyongyang para celebrar la reunión

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SAUL LOEB / AFP El presidente Donald Trump y el presidente surcoreano, Mun Jae In, durante su encuentro en el despacho oval, en la Casa Blanca

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