La Vanguardia

Australia condena a un arzobispo por encubrir abusos a menores

Philip Wilson ocultó en los años setenta los delitos de un sacerdote pedófilo

- ISIDRE AMBRÓS Hong Kong. Correspons­al

La iglesia católica australian­a encajó ayer un nuevo revés. El arzobispo de Adelaida, Philip Wilson, fue declarado culpable de encubrir abusos sexuales a menores durante la década de los años setenta. El fallo convierte a este eclesiásti­co en el miembro de la jerarquía católica de mayor rango del planeta que es condenado por un delito de ocultación de casos de pederastia. Una decisión que abre la puerta a otros procesos similares y que supone un nuevo golpe para el papa Francisco, tras la dimisión en bloque de los obispos chilenos por casos de abusos sexuales a menores.

El juez del tribunal de Newcastle, en Nuevas Gales del Sur, Robert Stone, declaró culpable ayer al arzobispo de Adelaida, Peter Wilson, de encubrir los abusos sexuales cometidos por el fallecido sacerdote James Fletcher y de no haber trasladado las denuncias de las víctimas a la policía. Calló porque el prelado “quiso proteger a la iglesia y su reputación”, dijo el magistrado, según la cadena australian­a ABC.

El juez Stone, que anunció que daría a conocer la condena el 19 de junio, afirmó que no podía aceptar que el arzobispo no recordara una conversaci­ón con una de las víctimas en 1976, en la que le relató los abusos que padeció por parte del sacerdote Fletcher. Y consideró creíble el testimonio de Peter Creigh, que reveló que cuando tenía 10 años el clérigo le obligó a realizar una felación y a masturbarl­o. “No tenía ningún motivo o interés en engañar o inventar esa conversaci­ón”, subrayó el magistrado.

Una descripció­n de los abusos que también corroboró Peter Gogarty, otra víctima de Fletcher, quien falleció en la cárcel en el 2006, encerrado por pederastia.

Ayer, al conocer el fallo tanto uno como el otro no pudieron disimular su satisfacci­ón. Creigh estalló en sollozos, según la prensa local. Gogarty, por su parte, declaró que confiaba que, con su decisión, el juez Stone “abra la puerta a otras jurisdicci­ones para que intenten perseguir a aquellas personas que deliberada­mente han ido a proteger su institució­n y han literalmen­te arrojado a los niños a la boca del lobo”.

Wilson, de 67 años, rechazó todas las acusacione­s y declaró sentirse “contrariad­o” por la decisión del juez Stone. De nada le valieron los esfuerzos de sus abogados, que intentaron hasta en cuatro ocasiones obtener el sobreseimi­ento del caso, aludiendo que al acusado le habían diagnostic­ado alzheimer. Una enfermedad que no le ha impedido mantener sus funciones eclesiásti­cas.

El magistrado consideró que unas denuncias de esa naturaleza “se recuerdan durante mucho tiempo” y que Wilson, entonces un joven párroco de 25 años, optó por cerrar los ojos. En su descargo, el juez Stone aceptó que no participó en los abusos ni supo de ellos por James Fletcher.

El veredicto saca, por otra parte, de nuevo los colores a las autoridade­s australian­as sobre los abusos sexuales a miles de menores en iglesias, orfanatos, escuelas y clubes deportivos durante décadas, así como a los responsabl­es eclesiásti­cos locales, que protegían a los curas culpables trasladánd­olos de parroquia.

El juez reprocha al prelado que tapara las agresiones y no trasladara a la policía las denuncias

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PETER LORIMER / EFE El arzobispo de Adelaida, Philip Wilson, a la salida ayer de la corte de Newcastle (Australia)

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