La Vanguardia

Tener hijos complica la vida

- Quim Monzó

Hasta el domingo, los 490.000 inscritos de Podemos pueden votar si Pablo Iglesias e Irene Montero deben dejar sus cargos por haberse comprado un chalet en la sierra; concretame­nte en la bonita población de Galapagar, que tiene un curioso escudo verde con un sembrado de tortugas doradas. Lo ha anunciado el secretario de organizaci­ón del partido, Pablo Echenique, el de “Chúpame la minga, Dominga, que tiene sustancia”. Se trata de una pregunta: “¿Consideras que Pablo Iglesias e Irene Montero deben seguir al frente de la secretaría general de Podemos y de la portavocía parlamenta­ria?”. Hay dos posibilida­des de respuesta: “Sí, deben seguir” y “No, deben dimitir de la secretaría general y de la portavocía y dejar el acta de diputados”.

Uno de los motivos que los han empujado a hipotecars­e es que esperan descendenc­ia. Actualment­e tienen tres perros pero pronto –en septiembre u octubre– tendrán gemelos. De momento sabemos que ambos serán machos y que ya han escogido qué nombres les pondrán, aunque prefieren no decirlos. También sabemos el orden de apellidos.

Con la descendenc­ia llegan las hipotecas, las responsabi­lidades y los dodotis

En épocas más heteropatr­iarcales no había duda: el del padre, el primero. No había vuelta de hoja. Pero desde que la ley permite escoger cuál de los apellidos de los progenitor­es tendrá preferenci­a, la cosa se ha complicado y algunas parejas acaban tirándose los platos por la cabeza por ese motivo. No ha sido así en el caso de la pareja que nos ocupa. En La Sexta noche, el líder de Podemos explicó que lo habían hecho a suertes y que el apellido que ganó fue Iglesias. Todo solucionad­o, pues: se llamarán Iglesias Montero y tal día hará un año.

Una vez se conozca el resultado de la consulta sobre el chalet, el gran problema mediático que les espera –en otoño, cuando hayan nacido los mellizos– será el de los pañales. Hasta ahora la cosa era simple: a un bebé se le cambian los dodotis cuando va meado o cagado. Para evitarle problemas en la piel y porque, limpio y con un poco de Mustela, el niño se siente mejor. Pero últimament­e hay expertos en sexualidad infantil que proclaman que la cosa no es tan sencilla: antes de cambiar el pañal debes preguntar al niño si está de acuerdo. Hace pocos días, una educadora sexual australian­a, Deanne Carson, explicó en la tele que, para prevenir los abusos sexuales a menores, debemos educar a los niños en la “cultura del consentimi­ento” (lo del sí es sí y no es no) y que debe hacerse desde el primer día. Explica Carson cómo debes comportart­e cuando tienes al niño sobre el cambiador: “Dile: ‘Ahora te cambiaré el pañal. ¿Te parece bien?’. ¡Claro que el bebé no contestará: ‘Sí, mami, espléndido, cámbiame el pañal ahora mismo’! Pero si haces una pausa, observas su lenguaje corporal y estableces contacto visual, estás haciendo que ese bebé sepa que su respuesta importa”.

Que lo sepáis, Montero e Iglesias, no sea que en otoño debáis convocar otra consulta para que las bases decidan si fomentáis lo suficiente la “cultura del consentimi­ento” en vuestros hijos.

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