La Vanguardia

Las piruetas de May con el Brexit

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LA unión aduanera europea se está convirtien­do en la piedra en el zapato de la primera ministra británica, Theresa May. Su última pirueta para navegar entre las turbulenta­s aguas de su partido respecto del Brexit ha sido proponer un acuerdo, que llevará a la próxima cumbre europea de junio, consistent­e en que todo el Reino Unido asuma partes de la normativa de la unión aduanera hasta que se halle una solución al problema de mantener la frontera de Irlanda del Norte y se cierre un acuerdo comercial definitivo.

Para aplacar a los brexiters, May insiste en que el acuerdo sería limitado en el tiempo pero el polémico compromiso que impulsa podría mantener a Gran Bretaña atada a las normas comerciale­s de la Unión Europea durante años después del divorcio. Los partidario­s de un Brexit duro temen que ello impida a Londres negociar acuerdos comerciale­s con terceros países.

Los ministros eurófobos de su Gabinete –a los que la primera ministra ha obligado a aceptar su propuesta– han amenazado con dimitir si la líder tory opta por dejar al país vinculado de un modo u otro a la legislació­n comercial comunitari­a a cambio de solucionar la cuestión fronteriza entre Irlanda y el Ulster. Oficialmen­te Downing Street sigue defendiend­o un Brexit duro pero la propuesta de May indica que busca vías alternativ­as. Reitera que el periodo de ese acuerdo sería acotado pero tiene el enemigo, más que en Bruselas, en casa. Boris Johnson, el ministro de Exteriores, insiste en que Gran Bretaña ha de salir de las normas comerciale­s de la UE cuanto antes y que si el acuerdo final sobre el Brexit no cumple ese requisito la premier habrá incumplido su promesa. Para aumentar la presión sobre May, sesenta diputados euroescépt­icos le han enviado una carta de treinta folios rechazando la propuesta, en lo que se considera una advertenci­a sobre una posible rebelión en las filas parlamenta­rias tories que se sumaría a la latente en el seno del Gobierno.

Queda por ver si la Unión Europea aceptará la propuesta de May en la cumbre de junio, teniendo en cuenta que el acuerdo al que había llegado con Londres respecto de la unión aduanera se hizo exclusivam­ente para Irlanda del Norte, no para todo el Reino Unido. De momento la primera reacción de Bruselas ha sido fría por no decir negativa, al tiempo que recordaba que, de llegarse a un acuerdo, este no sería por tiempo limitado, como pretende May, sino hasta que haya una alternativ­a creíble. Es decir, en la práctica, sine die. Además, la UE considera que el acuerdo financiero sobre la factura que Londres deberá pagar por salir de la Unión y un posible futuro acuerdo comercial entre ambas partes son dos cosas distintas, pese al intento de la premier británica de negociarla­s como una sola.

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